En una jaula de cristal

Siempre he querido escribir un diario, pero con un afán voyeurista. A pesar de ser reservada creo que cuando hay un incendio es bueno echarle un gran chorro de agua, por eso escribo esto como letras arrojadas al viento desde una urna transparente.

viernes, 22 de septiembre de 2006

La historia del príncipe azul y demás “guachafadas” tangenciales

Creo que nunca me había enamorado hasta que conocí a mi novio. Antes de eso había tenido una relación muy tortuosa y fregadísima. Él era jefe de departamento de la universidad. Desde la primera vez que lo vi quedé fascinada. No solo porque era muy guapo sino porque era terrible y avasalladoramente inteligente. Hablada 5 idiomas. Sabía de memoria a los clásicos y recitaba pasajes enteros de las obras de los surrealistas franceses. Yo quedé totalmente flechada. Era un hombre fascinante. No me importaba que tuviera “500 años” más que yo, me encantaban sus canas, su manera de ocultarlas cuando se escarmenaba a solas en su oficina con un peinecito negro. Me gustaba cuando, a pesar de ser tan culto, pronunciaba mal ciertas palabras argumentando interferencia lingüística. Me gustaba verlo tan alto y tan delicioso con sus ternos oscuros y sus corbatas de colores brillantes, siempre con un cigarrillo marroncito, largo y de menta. La primera vez que me invitó a salir, lo busqué en su oficina después de clases, fuimos a un restaurante cerca de la universidad y yo casi me muero de la angustia cuando lo vi estacionar su carro en ese lugar archi frecuentado por todo el mundo. “Tendría suerte de que me vean con una chica tan linda como tú”, me dijo mi querido profesor. Y así entre coqueteo y coqueteo, mientras yo le decía profe esto, profe el otro (qué buen afrodisíaco son los títulos!!!!) me estampó un beso picante que me dura hasta ahora. Claro que con el tiempo, uno va descubriendo las intrigas de eso catedráticos coquetones. Siempre rompiéndoles el corazón a chiquillas lindas y tranquilitas salidas de exclusivos colegios de monjas. “Mueven nuestro mundo”, es verdad. Pero poco a poco vas descubriendo que eso de hablar 5 idiomas es una farsa, que al final son vagas nociones aprendidas en cursos por CD, frasecitas que bien colocadas pueden hacer maravillas. De pronto, te sorprende notar que tanta memoria para los libros es una trafa porque a pesar de eso no pueden ni encontrar el sujeto y el predicado en una oración. Así, te das cuenta que en el fondo no son tíos ni tan elegantes ni tan avasalladoramente inteligentes, que son más bien un poco torpes y desordenados porque sino cualquier mujer de su edad les daría bola y no tendrían que andar persiguiendo a cachimbas medio perdidas a las cuales les ocultan las fotos de sus hijas y a veces de sus esposas. Lo que seduce es el poder… qué se va a hacer!!!!
Bueno, el caso está en que mi corazón quedó medio roto. Luego conocí a algunos otros chicos no tan importantes hasta que apareció mi novio, de eso ya hace “varios siglos”. Tan lindo él, con los pies tan en el aire, tan incapaz de darme la razón en algo, con un alma tan díscola ("soy rebelde porque el mundo me hizo así porque nadie me ha tratado con amor") e intensa que provocaba la ternura más grande del mundo. Desde que lo vi supe que era él el que haría que yo me vaya al carajo y terminará parada o sentada o echada en el mismo lugar por mucho mucho tiempo. Desde que lo vi supe que él completaba una parte de mi rompecabezas y empecé a quererlo con todos los cariños del mundo; un poco como mi padre, un poco como mi hermano, un poco como mi amante, un poco como mi amigo… Y todo marchaba de maravilla, con altas y bajas, con peleas y pasión, con rupturas y amistes, con ganas de tener hijos, casas y barquitos de papel hasta que alguna vez él me dijo que me quería más que a nadie, más que a su vida y sin embargo… y sin embargo algo no estaba del todo bien. Fue allí, en todo ese trance, que conocí a mi príncipe azul. No era guapo; era feo, en realidad. No era inteligente. No era culto. No hablaba más que el español cervantino y lo hablaba mal. Sin embargo era el hombre perfecto. El que me adivinaba el pensamiento y me terminaba las frases antes que yo misma las pensara. El que me grababa un CD con mis canciones favoritas sin que yo le haya dicho nunca cuales eran. Así, conocí a XXXX. Primero cruzamos miradas, después una sonrisa, luego sin querer queriendo estábamos en la barra de un bar contándonos las vidas y luego fuimos inclasificables; ni amantes, ni amigos, ni demás títulos… sólo inclasificables. Y poco importaban los daños y perjuicios porque mi príncipe charming no dejaba de mirarme con deseo en los ojos, porque había escrito miles de poemas para mí("y tiene, corazón de poeta"), porque me llamaba cada cinco minutos para decirme “larguémonos, chica, hacia el mar”. Quizá por eso cuando mi novio me dejó no me sentí culpable (guerra avisada no mata gente!!!!) por haber pensado en dejarlo primero. Y pensé que tal vez algo bueno podía salir de todo esto, pero recordé la gran negativa: “Todo se resumía a un asunto de lunares”. Mi novio los conocía todos, los buenos, los ocultos, los feos… y no había otra persona sobre la tierra que pudiera descifrar esos caminos. No puedo negar que a veces cuando me siento mal, aún a miles de kilómetros de distancia mi celular repica inesperadamente con nuestra canción favorita y es la voz de XXXX la que me consuela. Y es también él el primero en saludarme en mi cumpleaños y el único que manda flores. Sí pues, conocí al hombre perfecto, a la horma de mi zapato, a mi gemelo en negativo. O tal vez todo eso del príncipe azul sea solo un invento de la tele, de los libros y las masas. Tal vez mi hombre perfecto sea el que me ha visto llorar, gritar, vomitar, escupir, despertarme en la mañana con toda la malanoche encima, con el cabello hecho un desastre y el maquillaje corrido y aún así me dé un beso de buenos días y me diga: “Hola linda” o quizá no, tal vez sí conocí al hombre perfecto pero decidí quedarme con el hombre que amo y aún espero que no se nos apague la luz.
Soy una maldita romántica!!!!

miércoles, 20 de septiembre de 2006

Más de 10 cosas que debo hacer antes de morir


  • Llegar, toda vestida de cuero y con un látigo en la mano, al consultorio de aquél psiquiatra que alguna vez me dijo que era masoquista y decirle: CÚREME, DOCTOR, CÚREME!!!!!
  • Decirle a alguien TE AMO sin tener que pensármela tanto.
  • Aprender a cocinar algo más que una sopa ajinomen.
  • Encontrar a mi tutor de quinto grado, del cual estaba perdidamente enamorada, y susurrarle al oído: “¿Cómo está profesor?”, mientras el me mira con ojos lascivos y me dice: “Sandrita, cómo has cambiado”
  • “Conocer” (vaya eufemismo que utiliza la Biblia) a un hombre negro. Cómo me gustan los negros, que derroche de sensualidad!!!!
  • Rebajar 5 kilos y ponerme un mini bikini en la playa mientras miro coquetamente a todos los hombrecitos que caminen a mi alrededor.
  • Confesarle a mi mejor amiga que una vez besé a su novio porque me sentía recontra celosa de que él haya podido "sentar cabeza" estando con ella y no conmigo.
  • Hacer todas las posturas del kamasutra en una sola noche y con una sola persona, aunque mientras más mejor, no?
  • Tener un affaire con un hombre extranjero, si es ruso mejor. Me encantan los acentos extravagantes.
  • Volver a ver a mi primer amor y decirle mirándolo a los ojos que nunca lo he podido olvidar, que pienso en él frecuentemente, que a veces siento que jamás debí terminar esa relación porque tal vez ahora tendríamos un depa, un perrito llamado Blackie y dos hijos lindos igualitos a él. Ah, y decirle también que nunca me he vuelto a enamorar así, limpiamente, sin medidas y sin miedos.
  • Subir con Miguel a una montaña rusa para que deje de temerle a los juegos mecánicos.
  • Llamar a XXXX a media noche y decirle que lo extraño mucho, que estoy segura que nunca en mi vida encontraré a nadie como él. Pero donde no nace, no crece… Así es la vida de gris.
  • Ponerme regia y buscar a ese novio que me terminó y decirle: “Mira de lo que te perdiste, huevón”
  • Tratar de no ser tan celosa, aunque pensándolo bien ¿para qué?... por algo dicen, piensa mal y acertarás.
  • Confesarle a mi viejo que la marihuana que encontró hace años era mía y no de mi hermana.
  • Decirle a mi prima que fui yo la que le dije a su mamá que salía con ese tipo casado.
  • Gritar avergonzada que vivía enamorada de Benji, el de Supercampeones.
  • Decirle a mi compañerito de colegio, el que iba conmigo en la movilidad, que guardé todo un verano un globo morado para él porque lo quería mucho pero que nunca se lo di porque de pronto se olvidó de mí y dejó de hablarme.
  • Poder tomar una copa de bailey's cada tarde mientras estoy sola en mi casa o entrar totamente sola a un bar cualquiera y pedirme una chelita helada sin sentirme como una borracha solitaria que no tiene con quien beber.
  • Contarle a mi enamorado que el golpe que su mejor amigo tenía en el ojo esa vez se lo hice yo cuando trató de besarme estando borracho.
  • Ponerme ropa interior roja sin sentirme media "putona" o mejor aún conocer a un tío que me obligue a usar pequeñas braguitas rojas y de encaje. Qué perversión!!!
  • Confesar que no me gusta bañarme todos los días.
  • Intentar ser feliz por sobre todas las cosas

martes, 12 de septiembre de 2006

La verdadera belleza, ¿es interior?


Recuerdo a una chica de la universidad, se llamaba Katherine, le decían Kathe. Nosotros, "la gentita rica y linda del salón" la fastidiábamos con Giusepe; bueno, en realidad fastidiábamos a Giusepe con ella. Kathe era fea, realmente fea y sin gracia. Parecía un hombre. No se arreglaba. Y a pesar de no ser gorda ni tener ningún rasgo demasiado hiperbólico; Kathe era fea. Se vestía neutro. Con pantalones y polos de colores oscuros que jamás combinaba bien. Era fea y no se preocupaba por arreglarse ni por sonreír ni por nada. Era fea simplemente... Giusepe era uno de mis mejores amigos, uno de los más guapos del salón, de esos hombres que siempre visten de marca y huelen rico. Kathe era recontra chancona, terminó en el primer puesto de la promoción. Jamás se le conoció un novio ni un amigo ni un amante. Escribía poesía y andaba detrás del profesor coquetón, exitoso, guapo y recién divorciado que al año siguiente empezó a salir conmigo. Recuerdo cómo lo perseguía por toda la universidad con su cuadernito de poemas de un lado para otro. Recuerdo cómo él y yo nos burlábamos de Kathe cuando leíamos sus textos encerrados en su oficina luego de haber hecho todas esas cosas que no están contempladas en la ley universitaria. Recuerdo cómo Kathe hablaba conmigo de vez en cuando como si me admirara en secreto, con un brillo discreto en los ojos que me hacía sospechar que a veces ella quisiera estar en mi lugar. Recuerdo haber visto un amago de triunfo en su mirada cuando el catedrático coquetón empezó a salir con una de sus amigas, una de las bonitas, de ese grupo al que Giusepe había bautizado "el cuartel de Kathe" /el cuartel de las feas/. Fastidiar a Giusepe con Kathe era una broma secreta de nuestro grupo, no sé cuando ni cómo se volvió de dominio público. Al principio eran sólo silbidos discretos que se escuchaban cuando Kathe se paraba de su carpeta. Luego fueron alaridos y aplausos y besos volados de Giusepe. Hasta que un día, luego de una exposición, esa broma discreta e inofensiva empezó a crecer sin querer cuando todos empezaron a gritar los nombres de Giusepe y Kathe, casi como si estuviéramos en un aula escolar, mientras Giusepe decía: “si, pues me gané con Kathe” y gritaba: “mamacita, mamacitaaaa” y yo al compás de “la gentita linda del salón” tamborileaba la carpeta rápidamente gritando “Kathe, Kathe”. Y allí fue cuando la mirada de Kathe me hizo comprender que esa ya no era una broma inofensiva. Esa mirada entre vidriosa, triste y de odio, se clavó en mí mientras decía: “ustedes vienen aquí a estudiar o a qué”. Eso me desbarató por un momento, pero no dejé de gritar y nadie se calló tampoco y el escándalo siguió mientras las palabras se taladraban en los oídos de esa pobre chica. Recordaba eso ahora que bajaba del micro, luego de un almuerzo familiar donde después de cambiarme mil veces tuve que escoger una ropa negrísima para que no se me vean los kilos de más y pensaba: “Bueno, pero al menos yo no soy fea. ¿Qué terrible tragedia debe ser fea, horrible?” y recordaba medio en broma, medio en serio y un poco fuera de contexto, ese libro de Bayli donde el niño terrible esboza una frase magistral: “no hay nada peor que ser gay y ser feo en el Perú”. Y me quedé con la segunda parte de la frase: “no hay nada peor que ser feo, no hay nada peor que se feo”. ¿Y si es verdad? ¿Y si en serio, no hay peor que ser feo? ¿Y si la verdadera belleza no es interior? Ayer me contentaba viendo el Hi5 de mis amigas de colegio y comprobando que no todas han enflaquecido terriblemente y que yo aún “paso piola”, que tal vez todavía entro en el rubro de “buena presencia”; pero, ¿y Kathe?, y mi “querida feita tonta” que de tonta no tiene ni un pelo… Es mentira; son mentira las frases que nos dicen nuestras madres, nuestro libros, nuestros buenos valores. No es verdad que la belleza sea interior, no es verdad que si tú eres feo eres igual que los demás. Pienso en Kathe, en esas cosas horribles que le hicimos en la u., en la mirada de Giusepe mientras hablaba de ella con cierto sentimiento de superioridad, en las veces en que he pasado 30 horas frente al espejo buscando la ropa correcta, el maquillaje preciso y me he tenido que cambiar y recambiar y remaquillar para dejar de sentirme fea, para aspirar a ser como “la gentita linda del salón”, para borrar a la tonta e insegura Kathe que vive en mí. Y escribo esto porque tal vez yo tenga un poco de esa chica, porque tal vez no siempre haya tamborileado las mesas ni salido con hombres guapos y exitosos, porque probablemente en algún rincón de mi memoria del cual no quiero acodarme yo también he sido una Kathe, porque tal vez aún lo soy y sólo utilizo por mientras un disfraz que me permite ser parte del grupito regio, de la mayoría privilegiada, de los que pueden entregar un curriculum con foto. Porque Kathe, de seguro tiene el doble o el triple de personalidad que todos nosotros y por eso va por el mundo feliz sin preocuparse de nada. Y lo más loco es que la vi hace poco, con su misma combinación terrible de ropa, desarreglada, medio hombre, pero flaquísima y alegre, dando vueltas por la universidad porque tal vez empiece a enseñar allí. Y no pude evitar decirle con alegría y sinceridad que se veía bien y de pronto los papeles se invirtieron y yo me sentí más Kathe y más estúpida que nunca y sólo pude pensar en porque maldita sea tengo que ser más feliz cuando me siento más bonita, me silban en la calle, estoy más flaca y todos coquetean conmigo. ¿Por qué maldita sea no podemos ser felices como somos o decidirnos a cambiar pero no mortificarnos más con eso y no hacer sufrir a todas las Kathes de este mundo?

sábado, 9 de septiembre de 2006

Adios saudade, bye bye spleen!!!

Es bueno saber que cuando estás a punto de tirarte del barranco siempre hay alguien dispuesto a cogerte la mano y decirte esa dos o tres palabritas mágicas que te ayudan a seguir caminando y sonriendo. Familia, amigos, fantasmas, espíritus y desconocidos... a todos los que estuvieron aquí y me hecharon agua fría y me sacaron a empujones de la cama sólo quería decirles: gracias!!!!

jueves, 7 de septiembre de 2006

Lo siento!!!!!

Detesto pelear contigo, cariño. Siento que estés
pasando cosas duras, siento estar tan estresada. Detesto pelear contigo, me levanto triste, me duele hasta el alma y me da un cansancio terrible. ¿Por qué a veces tiene que ser tan difícil hablar? ¿Por qué no podemos decir las cosas y ya? ¿Por qué no puedes creer que cuando te pregunto algo es porque necesito una respuesta honesta y no para molestarte? Solo déjame decirte una cosa:TE QUIERO CON TODA MI ALMA y por eso me afecta todo lo que te pasa (cómo me vas a decir que no me preocupe!!!!) Siento mucho ponerte más peso en la mochila (últimamente yo también me he sentido sobrecargada) pero si confiaras un poco más en mí y pudieras decirme qué sucede y cómo puedo ayudarte no me sentiría tan perdida. Déjame ser un poco tu bastón, así como tú lo has sido para mí, porque realmente me gustaría ayudarte a caminar. Sé un poco mi pata de palo y ayúdame a patear todas las piedras mientras las vemos dar tumbos por las calles, así hasta que nos cansemos o las velas se paguen o el día llegue y nos encuentre dormidos y felices, soñando con nosotros mismos una vez más.

martes, 5 de septiembre de 2006

PARE DE SUFRIR (o tu mal humor es culpa tuya???)

Mi novio dice que hace como un año me he vuelto una gruñona y lo peor es que tiene razón. Últimamente me he puesto a pensar mucho en eso. De verdad me he vuelto una gruñona???? Así que empecé por hacerme un pequeño cuestionario. a) Has tirado las cosas últimamente cuando te has molestado b) Has gritado en las últimas 24 horas c) Crees que hay un plan maestro para destruir todas tus buenas intenciones. Y allí fue cuando me di cuenta que estaba perdida… soy un hígado que camina!!!! Pero, luego, tratando de buscar las razones para mi desquiciado mal humor me di cuenta que hay cosas que escapan a mí. Por ejemplo, hace una semana tomé el carro que me lleva todos los días al trabajo y el cobrador quiso que le pague de más y me empezó a gritar mientras todos los pasajeros me miraban con cara de querer empezar a tirarme monedas como si no tuviera veinte céntimos para pagarle al “pobre hombre”. Allí se jodió el Perú, porque me salió todo el indio que llevaba encima y me peleé hasta las últimas consecuencias. Más tarde, luego de 20 minutos esperando porque no venia ningún taxi, tomé uno que me quiso cobrar dos soles más por darle vuelta a una calle que estaba rota. Mi hígado, ya estaba explotando. Después, voy a recoger unas fotos que había revelado, me dicen que espere una hora, entro a una cafetería y me como alguito. Regreso, y me dicen que la máquina no ha funcionado (seguro el encargado se estaba rascando las pelotas de lo puro zángano que es); y la señorita del mostrador me dice: “tiene que esperar una hora más”, yo muriéndome de la cólera regreso a mi casa luego de haberle dicho a la chica que ni muerta volvería a revelar mis fotos allí, que qué falta de seriedad, que el cliente siempre tiene la razón. Mientras camino por la calle apuradísima porque mi novio debe llegar a buscarme en 20 minutos, suena mi teléfono y su voz media soñolienta me dice: “Hola, Sandra, recién voy a ir a verte en una hora; es que se me hizo tarde”. Y a mí, la cólera no deja de reventarme, así que tiro mi bolso al piso mientras pienso que en este país nadie sabe ser puntual, que todos son unos “pendejitos” que quieren aprovecharse de uno y sacarle provecho a las situaciones, que siempre te dan gato por liebre y cuando reclamas la gente te mira con cara de “pobre mujer histérica de útero hinchado”. Y allí se volvió a joder el Perú de nuevo, porque empiezo a sentir que mi bolso está escurriendo un contenido extraño y recuerdo que allí estaban los huevos de codorniz que había comprado para curarme del mal humor que me dio el cobrador del micro en la mañana. Entonces pienso: “aquí me quedan dos opciones: o me tiro a la pista a que me atropelle un carro o me río”; y cuando estoy a punto de reírme (porque cuando la vida no te sonríe, no te queda más que sonreírle a la vida tú), pasa un carro cerca de mí y el agua que estaba en la pista me salpica y todavía el conductor me grita: “quítate del camino, imbécil!!!”. Entonces sí, que me da la rabieta del mundo, y me doy cuenta que tengo miles de razones para ser una gruñona. Pero, como verán, en el fondo, este maldito mal humor no es mi culpa, de verdad, les juro que NO ES MI CULPA!!!!!!!!

domingo, 3 de septiembre de 2006

Un insomnio de gritos

Hace días no puedo dormir. En realidad es algo que me ha pasado siempre por temporadas. Nunca se lo he comentado a nadie porque las razones de mi desvelo son tan tontas que tengo miedo de que alguien crea que estoy loca. Y la verdad es que ya me estoy preocupando, porque cuando te das cuenta que has pasado más de 5 noches sin dormir porque te la pasas pensando, ¿qué ocurre mientras duermo? te sientes francamente desquiciada. No saben la impotencia que da cuando a las 4 de la madrugada, lo único que puedes hacer es girar de izquierda a derecha en la cama, poniéndote a pensar cuánto falta para que llegue una hora decente para poder despertarse o lo que es peor, no puedes dejar de pensar cómo te recibirá el día que ya ha comenzado cuando despiertes, qué comerás en el desayuno o qué capitulo darán en tu serie favorita.
Antes, esto sólo me ocurría cuando al día siguiente iba a pasar algo especial, lo cual era terrible porque no hay nada más feo que llegar muerta de sueño a sustentar tu tesis o presentarte en la casa de tu futura suegra (el día que la vas conocer) con unas ojeras de dos metros. Todo esto que acabo de confesar es recontra jodido pero hay algo que sin duda es mucho más demoledor: tener que pasar por esta tortura china todas las noches.

Extraños siameses


Las coincidencias siempre me han parecido interesantes. Pensaba en esto mientras veía fotos pasadas. Es extraño darme cuenta que todos los hombres con los que he estado vinculada son una especie de siameses extraños que comparten varios rasgos. Por ejemplo:

  • Las madres de estos hombres sufrieron una fuerte depresión post-parto que les dura hasta ahora o que les duraba hasta el momento en que yo pisé el primer parquet de su piso y ellas vieron enardecidas que su adorado hijito llevaba de la mano a una extraña.
  • Todos estos hombres han caído en el diván de algún psicólogo o psiquiatra y no para curarse de su inmenso Complejo de Edipo sino porque hubieran preferido irse a Tahití a pintar mujeres gordas que hacerse la gran pregunta (¿HACIA DÓNDE VAMOS?)
  • Todos tienen miedo al COMPROMISO. Tal como dijo la francesa neurótica de una película: "Yo los arreglo y ellos se casan con otras"
  • Todos tiene un negocio propio o familiar. Para que suene bonito diremos que todos han sido un poco "microempresarios". Con lo poco que me gustan estas cuestiones de la postmodernidad...
  • Todos dicen que soy exageradamente celosa, que ellos son unas mansas palomitas que ni ensueños mirarían a otra mujer. (¿QUIÉN LE PUEDE CREER ESO A UN HOMBRE?)
  • Físicamente... todos son diferentes a lo que me gusta (claro que yo no soy ninguna Barbie; y con esto no me refiero a que hayan sido hombres poco atractivos sino que tenían características diferentes a lo que mis revoloteantes hormonas querían). Uno era gringo,el otro muy flaco (qué roche, ya casi parecíamos un perfecto 10!!!), el otro medio pelado, el otro chato, uno resultó gay... Pucha, creo que la pinté muy feo, ya van a pensar que soy una "coleccionista de agravios". Pero bueno, nunca me he quejado de estos hombre ni lo haré porque todos y cada uno de ellos me han vuelto loca en su momento....
  • Todos usaban lentes. Cómo me gustan los lentes de todos los colores, modelos y tamaños. Las monturas de carey negro, los sin montura, los de colores chillones. Me gustan todos los lentes, menos lo de sol.
  • Todos me respetaban demasiado o me querían levantar de arranque. Hasta ahora no encuentro al que tenga el tan sabroso punto medio.

Y como COLOFÓN diré que nunca he estado con los hombres que más me han amado -no sé si porque soy medio masoca- pero siempre he terminado involucrándome con los hombres a los que he amado más. A pesar de que hace dos años conocí a mi hombre perfecto, pero como en ese capítulo de "Dharma y Greg", me quedé con el hombre que amo; pero esa ya es otra historia.