En una jaula de cristal

Siempre he querido escribir un diario, pero con un afán voyeurista. A pesar de ser reservada creo que cuando hay un incendio es bueno echarle un gran chorro de agua, por eso escribo esto como letras arrojadas al viento desde una urna transparente.

viernes, 30 de noviembre de 2007

Amigos comunes / amigos usurpados / amigos perdidos

No sé, Richi, tú me dices que los amigos de tu pareja no son tus amigos. Me dices que soy una tonta, que nunca puedes contarles cosas íntimas e importantes a “sus” amigos, porque siempre son y serán “sus” amigos. No importa la cara bonita que te pongan ni los miles de buenos momentos que hayan vivido juntos NO SON TUS AMIGOS. Y yo que siempre he querido no creerle a Richi, pero que al final -luego de maldecir 500 mil veces- la mayoría de ocasiones termino por darle la razón. Mi querido y sabio Richi me dice que soy una tonta, “tontita” dice él casi con pena, cuando se acuerda de mi conversación con “sus” amigos (no los amigos de Richi, porque los amigos de Richi sí son mis amigos; digo, con los amigos del “ex-novio del avión”. Se ha reído tanto el queridísimo ex / desde siempre best friend cuando leyó que lo había inmortalizado como el “ex novio del avión”)… pero yo hablaba de sus amigos, de sus hermanos escogidos en todas las calles de Lima, Nueva York y la lejanísima Texas. Sus amigos, extravagantes y divertidos casi tanto como los míos. La otra vez Matty y yo hemos charlado horas por teléfono, me ha reiterado la invitación al almuerzo de fin de año, que todos los años desde que eran imberbes personitas realizan en la casa de playa del papá de Sue. Y yo me he reído, me he reído mucho recordando los almuercitos esos y me he muerto de pena de saber que nunca serán iguales y he dudado, no mentira, no he ni dudado ni un milisegundo al decir que voy de todos modos. Claro, luego me ha caído todo el carro encima, Richi me ha regañado, y yo me he puesto a pensar en que tal vez hay amigos comunes que no estoy resignada a perder. Amigos a los que quiero tener aunque sea para ver una o dos veces al año y abrazar fuerte y agradecer por lo buenos momentos y seguir acumulando más buenos momentos. Esos, “sus” amigos, no digo que sean mis amigos también, sino “sus” amigos, pero un cachito usurpados, serán –si es posible- los amigos del almuercito de fin de año.
¿Y tus amigos, mi amor? ¿Qué van a ser tus adorados amigos para mí? ¿Nos llegaremos a caer bien? ¿Nos odiaremos a muerte? ¿Nos pondremos zancadillas? (Por lo menos hubo una primera buena impresión).
Ayer conocí a la chica de Richi y ella estaba verde del miedo (“es la mejor amiga”- le decía todo el mundo; me acordé de mi post anterior y me reí horrores le puse cara de madre y hermana juntas para que supiera que a Richi no se le toca ni con el pétalo de una rosa, pero no la asusté, no quería asustarla tampoco, quería ser buena.
¿Y mis amigos? ¿Te caerán bien mis amigos? ¿Se odiarán a muerte? NO, NO PERMITIRÉ QUE SE PONGAN ZANCADILLAS. Me compartirán y habrá Sandra para ambos.
¿Y nuestros amigos comunes, best friend? Los que hicimos en todo este tiempo sin tiempo en el que ambos no usábamos relojes. ¿Qué es o qué será de ellos? ¿Te los quedas tú? ¿Me los quedo yo? ¿No los echamos a suerte? Algunos se quedaron contigo, otros conmigo. En realidad creo que se fueron libres por el mundo así como también nosotros nos fuimos. Nos quedamos sin salir con las parejas de “amigos comunes”, que jamás podrán comprender porque ya no somos una pareja. Nos quedamos sin mis amigos y los tuyos en nuestra absoluta sola compañía emparejada, porque ahora tal vez se repitan las reuniones esas pero habrán otros nuevos extraños (de hecho ya los hay) y tendrán que entrar así como entramos nosotros y ganarse el sitio que nosotros tuvimos y tratar de borrar o “honrar” (así en un sentido muy huachafo) lo que nosotros dejamos.

viernes, 23 de noviembre de 2007

La madre, la hermana, la mejor amiga y la ex

La madre y la hermana, sean buenas o malas, cercanas o lejanas, amigas o enemigas son minas antipersonales. Que si tu chico es muy cercano a ellas entonces siempre serás la mujer –buena o mala mujer, eso no importa- que se los va a robar. Que si tu chico sale mucho contigo, que si te hace caso en todo, entonces es un pisado. Pobre de ti si no le caes bien a la mamá (la hermana dependiendo de los casos no es tan terrible), pero la madre, ay!, dios, la madre, ”madre solo hay una y a ti te encontré en la calle”. Primer paso inteligente: no chocar nunca con la santa y venerable madre. No ser demasiado patera pero si amable. Yo no sé ser hipócrita, por suerte nunca conocí a ninguna madre odiosa, una metiche (ay! la querida “Señora Will”, como la recuerdo), pero ninguna odiosa; y una hermana que fue por poco tiempo la mejor de las hermanas mayores (miss u Darienne).

Pero ahora que no conozco nada y todo ignoro, espero conocer a una linda señora a la que pueda tratar con cariño, sin sonrisas fingidas. A la que pueda llevarle postrecitos, llamar por su cumpleaños, llevarle un regalito en su día y reírme a pata suelta de las mongadas que vaya a hacer su hijo. (Y sino a llorar al rio).
La mejor amiga a veces puede dar más miedo que la madre. Las mejores amigas somos terribles porque nuestros mejores amigos son nuestros “novios de repuesto”, pero esto en el mejor sentido de la palabra. Porque son ellos los que se ocupan de ti cuando el novio te deja y te hace trizas el alma. Son ellos los que te llaman, te pagan el almuercito, te abrazan fuerte y te dan mil y un razones para no cortarte las venas. Entonces yo respeto mucho a las mejores amigas porque son las hermanas que no tienes o las hermanas que escogiste, el beso robado de alguna noche de copas, el abrazo sincero cuando se muere alguien, la primera llamada el día del cumple, la que siempre te chunta con los regalos, a la que quisiste o te quiso como más que a un amigo por breves 5 minutos algún invierno o simplemente la amiga-hombre, la chochera del alma, con la que puedes hacer lo que te venga en ganas, esa a la que has visto calata y nada, esa que te ha visto calato y te ha dicho “gordito gym, ha”.

Por todas esas razones siempre respetarás y odiarás secretamente a la mejor amiga de tu chico. Le tendrás ese amor/odio que le tienes a lo que no conoces, porque la amiga mejor tiene esos códigos, ese pasado, esos viajes, sabe esos chistes que a ti te va a tomar un buen rato aprender o que tal vez nunca aprendas y es eso lo que te deja ese sentimiento de amor/odio, pero eso sí, de profundo respeto. En todo caso, yo no lo veo por el lado ese de la mejor amiga = pendejada = tire ocasional = gusto secreto = un poco de todo, yo respeto a los chicos que tiene mejores amigas o un grupo de amigos así súper cerrado y jodidos, porque si alguien se preocupa tanto por ti es porque te lo mereces.
La ex siempre es una joda y nunca deja de serlo (incluso para mí que no soy nada celosa / A ESTE PASO YA SABRÁN TODOS QUE ESTA ES UNA FRASE CARGADA DE IRONÍA). Y es que hay eks y hay eks. Están las “marca territorio”, esas que siempre dejarán escapar por allí una frase como “y cómo sigue tu abuelito de las cataratas” o “sí, yo sí conozco Trujillo, te acuerdas el verano que pasamos allá” y que te obligarán a poner tu mejor cara de “quien se pica pierde”. Con esas solo puedes hacerte la desentendida y reírte mucho y tratar de no apretarle demasiado la mano a tu chico porque si no se dará cuenta de lo malditamente insegura que puedes llegar a ser. Hay esas eks que se vuelven un fantasma para ti y solo para ti, esas que fueron la “novia de toda la vida” o “la dulce y buena enamorada de la universidad” o la que fue “la mujer de su vida”. Creo que esos títulos existen y siguen y seguirán allí por los siglos de los siglos pero como que todo pasa, no? Cómo que nada es eterno de verdad y los títulos siguen así como quien gana un Oscar y es el mejor director del año 1500 aunque ya estemos 2000 y nunca en su perra vida haya vuelto a hacer una buena pela. A veces las etiquetas quedan y la gente pasa (ojalá hubiera venido de fábrica con ese conocimiento). Con esas eks fantasmas solo para ti (porque el problema se vuelve real si son fantasmas para él) tienes que lidiar tú sola y en tu mente y guardarte tus obsesiones bien adentro porque sino tarde o temprano –y es así siempre como ocurre- tu chico se dará cuenta de lo loca, neurótica, posesiva y celosa que puedes ser.
Están las eks que ahora son mejores amigas (situación que a este punto de mi vida ya no me parece tan imposible), pero que me incomodaría hasta el último pelo de mi cuerpo si me ocurriera. Lo comprendería –no soy irracional- pero me jodería y nunca dejaría de joderme y elevaría todos los sensores de mi suspicacia.

Están las eks que aún lo quieren y que te odian y que le dirán siempre para volver y lo llamarán y te llevarán a probar los límites de tu calma y santa paciencia. Allí no te queda más que demostrar unos celos moderados (pobre de ti sino sientes celos, los hombres –ellos dicen que nosotras pero a ellos también les ocurre- tienden a ofenderse) y un “no me siento amenazada”. Hay también las eks que lo odian y te odian y te dirán o procurarán que sepas que él es un maldito cabrón. Están las eks pateras, las que quieren hacerse tus amigas y ponen en ejercicio tu hipocresía.
Lo mejor -y esto lo escribo para mí misma- es no enloquecer frente a las eks, las mamás, las amigas, las hermanas o las antiguas amantes. Si alguien sabe cómo se logra esto POR FAVOR MÁNDEME LA RECETA.

jueves, 15 de noviembre de 2007

Carta de despedida

Tengo que despedirme.
No despedirme, porque nunca podría despedirme de ti así, como quien cierra la puerta y se va y no vuelve jamás. Yo tengo que despedirme de ti, antiguo Novio Mío, para poder decirte hola todos los días de una manera diferente. Te digo –como en la canción- que tus recuerdos son cada día más buenos y el olvido se llevó eso que solo debe desempolvarse para que no te vuelva a pasar. Querido Querido Sr. Ex Novio (te juro que nunca te vuelvo a llamar así), Ud. es, ha sido y espero que siga siendo de los mejores amigos que tengo. ¿Cree Ud. que lo he olvidado? Cómo podría olvidarlo, mi querido Best Friend. Lo recuerdo todos los días, día y noche y brick a brac y lo recuerdo no con mi memoria obsesiva –esa que se llevó el viento cuando me dejaste- lo recuerdo así, como lo que siempre ha sido: el chico dulce que caminaba a mi lado y mientras yo contaba sus pasos. ¿Cree Ud. que yo podría dejar de recordarlo? ¿Cree Ud. que podría dejar de quererlo? Imposible, Mi Adorado, sencilla y totalmente imposible. Solo dejé de amarlo con amor de mártir, así como Ud. dejó de amarme a mí; así como Ud. tuvo que dejarme aquel día y yo después tuve que dejarlo también. Y se lo agradezco, Sr. Mejor Amigo, le agradezco haberme dejado, que por la rutina de necesitarlo tanto, yo a fuerza de meditarlo miles de veces -durante los últimos años- perdía las fuerzas y se me esfumaban las ganas y me decía así como en el poema “tonterías, figuraciones, cosas que inventan los chavales”. Le agradezco enormemente haber sido fuerte –más fuerte que yo-, haber sido sabio –más sabio que yo- y le agradezco haberme dicho adiós. No le perdono la falta de histrionismo, Ud. me conoce, yo hubiera querido un final de novela y lo hubiera querido ver llorando -como nunca lo hizo por mi- y hubiera querido que me dijera algo que yo deseo creer que sí ocurre: que me iba a extrañar muchísimo (como espero que lo haga). Pero cómo no me va a extrañar, querido Mejor Amigo, sería imposible no extrañarme, no por ser yo muy especial sino por los (365 X 6) días que pasamos juntos y por todo lo que tú y yo sabemos -y que no pondré aquí porque aunque el anonimato te protege sé que me matarías-.
Acá sigue tu lugar esperando que vengas a sentarte en la silla de mi Mejor Amigo cuando desees. Acá estoy yo por los siglos de los siglos cuando me necesites. Acá están mis oídos, mis brazos y mis besos super castos para tus dos mejillas, cuando los requieras, porque te quiero con todos los cariños buenos del mundo.
Yo tampoco regresaré contigo nunca y por eso mismo siempre –que tú quieras y aún cuando no quieras (porque si no quieres será aunque sea con el pensamiento)- estaré a tu lado.
Adiós, antiguo novio mío y bienvenido como siempre querido mejor amigo.

martes, 6 de noviembre de 2007

Cero kilómetros. Camino lleno de fantasmas.

Supongamos que empiezo todo de nuevo. De cero. Como si no tuviera back up anterior. Como si fuera un papel bond de 90 gramos sin marca de agua. Y que decido ahora no ser obsesiva, no pensar demasiado, no argumentar, no torturarme. Que de pronto acepto lo que me dijo Richi, que ese nuevo chico delicioso y apetecible que camina a mi lado es bello, hermoso, perfecto, pero es un extraño. Supongamos que decido no atemorizarme con eso. Todos somos extraños al principio y nos ponemos extraños en muchos momentos. Entonces supongamos que no enloquezco ante la idea de pensar que estoy durmiendo con un extraño. Eso no debería ser un problema muy grave, todos o el 99% de los mortales, hemos dormido con un extraño alguna vez. Claro que acá la cosa se pone más intrincadamente difícil porque yo estaría durmiendo con un extraño que tiene amarrado mi corazón, mi deseo, mis ganas, mi voluntad. ¿Y cómo no enloquecer ante eso? ¿Cómo no detenerme a meditar un poco? ¿Cómo hacer para empezar a querer a alguien con la suficiente distancia para que no te rompa el corazón (cuando lo haga)? Porque así soy yo, una Sandra loca y fatalista que a veces piensa que las cosas buenas no le llegan a ella.
Vamos por el principio. Por esas ganas que tengo de no enloquecer. Por ese afán de no querer ser suspicaz, de no averiguar cosas, de no buscar la página de la RENIEC, los antecedentes policiales, el INFOCORP, y todas esas debilidades tan mujeriles que me consumen. Ahora me digo: No. No vas a estropear todo haciendo averiguaciones tontas, volviéndote desquiciadamente invasiva. (No, Sandra, niña mala, no vas a hacer eso).
Entonces me calmo y me digo a mi misma que lo único que hago es ver fantasmas. Y allí me cae con fuerza todo ese saldo que me dejó mi relación anterior. Sí, esa. La del chico que decidió irse a Ruanda a hacer su trabajo de campo y me dejó sola, abandonada y triste diciéndome que cuando terminara nos casaríamos de blanco como Dios manda. La relación de toda la vida. La que me hizo poner mi final de novela como El amor en los tiempos de cólera. La del chico que no sé si ha comprendido que cuando él se tomó ese avión, yo me tomé el mío hacia Lima y terminé con eso.
¿Será que veo fantasmas? Que si todo va demasiado bien me asusto porque sé que por una ley natural de ying y yang pronto, muy pronto todo empezará a ir mal proporcionalmente y yo y mi corazón y mis ganas no podrán resistirlo. Entonces trato de espantar esas boberías de mi filosofía de cocina personalizada y solo aplicada a mí, y pienso que tal vez yo también me merezca la felicidad, la normalidad y eso que tienen todas las muchachitas lindas. Y pienso que tal vez deba dejar de ver fantasmas y darle una oportunidad real a este chico de mirada-Banderas. Pero me da miedo, he de confesar. Me da miedo porque ahora siento que debo querer con desapego, y yo nunca he sabido querer así, sin embargo ahora lo hago a trompicones y a ensayo y error.
Me gustas tanto, tantísimo, que no sé como hacer para que mis saldos negativos, mis buenos recuerdos positivos, mi afán detectivesco, mis celos rojo vivo, mi locura, mi blog, mis fantasmas y mi cualidad de esponja no estropeen esto. No sé como hacer para hallar el equilibrio exacto entre quererte y cuidarme (sólo se que no dejaré que ningún mes de abril de vuelva a engañar!!!!!!). Me has visto histérica, miedosa, negativa, jodida, celosa y yo quisiera mostrarte todo eso a la enésima potencia de una vez por todas para saber si vas a soportarme o si vas salir corriendo. A fin de cuentas tú también estás durmiendo con una extraña: que no sabe cocinar, que nunca bebe leche, que no lava su ropa, que se engríe la mayor parte del tiempo, que es adicta al chocolate y que puede tener celos hasta del aire que respiras. Pero supongo que todo eso lo conocerás poco a poco y que juntos dejaremos de ser unos extraños el uno para el otro. Yo prometo dejar de ver fantasmas en el piso, en las paredes, en tu ropa y en mi cama. Y solo aquí, porque sé que no conoces de la existencia de este blog, puedo decirte -sin necesidad de bajar la mirada- que ya estoy jodida porque no sé como dejar de empezar a quererte y a pesar de que eso me aterra –casi como si fuera una muerte segura- estoy infinitamente contenta de que estés en mi vida, mi amor.