En una jaula de cristal

Siempre he querido escribir un diario, pero con un afán voyeurista. A pesar de ser reservada creo que cuando hay un incendio es bueno echarle un gran chorro de agua, por eso escribo esto como letras arrojadas al viento desde una urna transparente.

lunes, 10 de agosto de 2009

Jugando con el pasado y descubriendo que no hay nada mejor que mi presente


Hoy he estado jugando con mi pasado. Es algo que hago de vez en cuando. Un ejercio de nostalgia o de puertas cerradas. Yo y mi vocación de acosadora empieza de pronto a buscar, ver, presentir a esos chicos lindos que fueron míos alguna vez (algunos en la realidad real y otros en mi mente y mis deseos). Al único que no busco es a mi ex, el último, el del avión porque con él no solo las puertas están cerradas sino con miles de cerrojos y una dinamita. Jajaja, no, no es por eso, o solo por eso, sino porque no es divertido jugar con él y con las posibles posibilidades que encierra. Todo quedó tan saldado, que seria tonto hacerlo y porque no algo repulsivo también. Sin embargo es divertido, divertidísimo ver el facebook de Will. Ver el facebook de la novia de Will, de la hermana de Will y muy probablemente en algunos años de los hijos de Will y la novia. La novia de Will es fea, siempre me parecerá fea y un poco tonta (basta con leer su facebook) aunque los demás me digan que es simpática. Así en este ejercicio tonto hasta hace un tiempo miraba a Will y decía: oh! en alguna dimensión paralela podría ser yo la que está allí contigo en el Caribe. Oh! esa fiesta sorpresa podrías habérmela organizado a mi. Oh! yo podría estar festejando contigo la compra de ese duplex maravilloso con vista al mar. Claro, son tonterías, pero una siempre quiere pensar que pudo haber sido una y no esa tipa fea, a pesar que uno sea feliz y hayan pasado 15 mil años desde que Will y yo... Pero ahora he visto sus fotos y lo he visto sí muy rubio, muy ojos verdes, muy tengo un terno precioso, muy mi novia me ama, muy carro nuevo y depa precioso, pero feo. Lo he visto feo. Igual de feo que la novia. En realidad mi primera reacción no fue prensar: Oh! qué feo se ha puesto William, maldita sea. Sino algo mucho más grato, para mí al menos. Te he mirado y ha saltado a mi mente: "Este no le llega ni a los talones a mi novio". Y lo he visto bien, para no equivocarme ni subjetivizar la cosa y la verdad es que no es ni el 1% de rico que mi novio. Will es un chancay de a 20 frente a mi hombre: rico, alto, fuerte, con su rulito por aquí y por allá, sus ojos almendrados, sus brazotes, sus pestañazas...

Siguiendo con mi cyberbullying he decidido agregar al chico guapísimo que me volvía loca en el colegio. Al que correteé silenciosa y telefónicamente por un par de años. En ese entonces yo era una chibola tonta y gorda y él una estrella del deporte, guapo y de secundaria (así mismo fábula de la lornasa templada del capitán del equipo de foot-ball que tiene su novia porrista, una asquerosa gringada parecida a esa, claro que como no era peli no tuvo final feliz para mi, bueno en realidad luego de eso conocí a mi Will, que ya no es mi Will sino de la chica fea a la que él le lleva postres de chocolate). Lo estoy mirando ahorita, el chico "capitán del equipo de foot-ball" acaba de agregarme al Facebook hace unos minutos, y está guapo, más que nada alto. Claro que ya no tiene la melena de rizos de surferito. Claro que ya no es tan rubio. Claro que ahora se le ve un poco desgarbado. Pero sigue andando con chicas preciosas, sigue siendo una estrella del deporte, incluso tiene una foto con la ex novia porrista que ahora es chef de alta cocina, sigue guapísima y tiene un novio piloto de fórmula 1 (ay, las maravillas del facebook!).

Me da un poco de pena la chibola tonta que yo era. Creo que nunca he dejado de serlo del todo. Pero el chico guapo y deportista tampoco es tan tan guapo, tiene una nariz fea y mi novio es más rico y tiene una sonrisa preciosa.
Para algo sirve el cyberbullying, aunque sea para descubrir que no hay nada mejor que mi presente y mi chico que es la cosa más linda, más maravillosa y perfecta aunque a veces me saque de quicio y quiera matarlo. Lo importante es que lo abrazo y me abraza. Y lo quiere y me quiere, y no hay nada más bonito que ese perfecto círculo de ida y vuelta.

miércoles, 5 de agosto de 2009

26 de agosto


Estoy pensando cómo celebraré mi cumpleaños, ya casi no falta nada.
He tenido semanas difíciles. (Mi hermana dice que mi mayor problema es que todo me lo tomo muy en serio) A ella nunca le gustó celebrar su cumpleaños. Pobre, Lula, tener que compartirlo conmigo, que siempre he sido una vedette planificadora y exhibicionista debe haber sido una tortura. Cuando cumplimos quince años ella decidió no aparecer en la fiesta. Todos quisieron obligarla pero Lula no accedió. Yo para convencerla tuve que utilizar todas mis tretas. El infaltable argumento de: “ok, que no sea tu fiesta, pero no puedes faltar a mi cumpleaños”, provocó el único acto de lesa rebeldía en la vida feliz de mi hermana. Cuando yo: vestidito de princesa, peinado y maquillaje perfecto aparecía para recibir el amor de mis invitados. Otra yo distinta llegaba al club con jeans rotos en las rodillas y un look a lo Gloria Trevi. Eso acabó por confundir a la gente y desde entonces todo el mundo entendió que Lula tenía una Sandra dormida, dormida pero presente que también era capaz de hacer cosas así. No festejamos nuestros cumpleaños juntas casi desde entonces. Menos aún con ese falso lujo y todas las artificiosidades del caso.
Yo, aquí en Lima, cuento los días; y Lula, seguro, allá lejos, le hace ojos ciegos al calendario. No porque tema envejecer, sino porque odia festejar su cumpleaños. Yo sin embargo estoy aquí sin saber qué hacer. Sin saber cómo festejar. Pensando que lo único seguro será la llamada de mi hermana a esa hora exacta para recordarme de una vez y para siempre que yo soy la mayor aunque por casi nada. El desayuno con mis padres y el abrazo cálido y tierno de mi novio que es el mejor remedio contra todos los males de este mundo. Por lo demás no sé. Cada año me doy cuenta, con un tufillo de nostalgia, que me voy poniendo más vieja, porque cada año el tiempo se me hace más corto y mi cumpleaños me agarra casi sin haber planeado nada. A mí que empezaba a cranearlo todo en mi cabeza desde el día siguiente de mi fiesta. Sí, me estoy haciendo más vieja o simplemente es este invierno sin invierno de Lima y tanta melancolía. No sé, ya me cambiará la cara cuando llegue el día, mucho antes incluso.