En una jaula de cristal

Siempre he querido escribir un diario, pero con un afán voyeurista. A pesar de ser reservada creo que cuando hay un incendio es bueno echarle un gran chorro de agua, por eso escribo esto como letras arrojadas al viento desde una urna transparente.

martes, 28 de marzo de 2017

El desapego




¿Sabes qué es el desapego? No vernos nunca más. El desapego quiere decir, a la larga, olvidarnos... Ni yo sabré de ti ni tú de mí, nunca más (quizá algo por los amigos, quizá por las publicaciones públicas en Facebook, quizá un encuentro en la calle o en algún ambiente común, pero nunca más...).
El desapego quiere decir dejarnos para siempre... siempre es mucho tiempo, siempre es toda la vida...
Es no poder levantar el teléfono y llamarte, en unos años -meses quizá- ni siquiera tendré tu número. No sabré si estás en Lima, en USA, en Europa, no sabré si has engordado o enflaquecido. Ya no conoceré tu ropa.
El desapego es el agujero negro que sigue al adiós, a la firma en los papeles de divorcio, al llevarte las cosas de la casa, al cambiar la chapa de la puerta... El desapego es ya no tener tu olor en la almohada y ver cómo este se va diluyendo progresivamente...
El desapego es todo eso que te duele mientras lo que tenías se va yendo, mientras alguien querido se va conviertiendo en un extraño.
El desapego es lo que yo siento ahora al leer publicaciones antiguas sobre alguien a quien amaba, a quien le hubiera dado mi vida si la hubiera aceptado, y no sentir nada... No saber en qué trabaja, qué hace, cómo se viste, si aún ronca, no tener su teléfono, no haber recibido sus saludos de cumpleaños, saber que si me lo cruzo por la calle puedo saludarlo con un apretón de manos cordial y que eso me sea totalmente indiferente (no me dará alegría, no me dará tristeza, no me dará nostalgia). El desapego es todo eso, por eso duele, por eso demora tanto en ocurrir y por eso da tanto, tantísimo miedo. ¿Quién quisiera que alguien a quien ha amado se convierta en nada? ¿Quien quisiera tener que pasar por el trance de olvidar? ¿Quién quisiera aunque sea no quedarse con un poco del dolor o del amor de lo que fue para no tener que desapegarse y que eso duela?
El desapego pasa, sí pasa, aunque parezca que no va a llegar nunca; yo, ahora, soy la prueba de eso.

domingo, 26 de marzo de 2017

Los homenajes silenciosos 2

No te amo. Amo a mi esposo, con el que duermo cada noche. Al que miro discretamente mientras duerme. Amo su olor intenso y envolvente en todo el cuarto en las noches de verano. Amo sus pestañas largas y curvadas sobre sus ojos cerrados, y amo mas cuandoo abre sus ojos marrones y sus pestañas se elevan sobre sus párpados delicadamente y toda la luz está sobre sus ojos: toda la maravilla.

No te amo, pero amo lo que fuimos. Amo aquellas canciones que escuchábamos en diferentes lados del mundo, y tú sabías que pensaba en ti, y yo sabía que tú pensabas en mí. Y amo, también, cuando recuerdo nuestras frases antiguas, cimbreantes contra el tiempo, y las escribo, y las vuelvo a escribir, como quien las reinventa, y me contestas y me haces recordar otra frase, una nueva que se suma a nuestro cuaderno.

Amo cuando te digo algo y aún te ríes de eso de lo que nadie más en el mundo se reiría porque lo digo para ti, porque solo tú podrías entenderlo. Nadie más puede entendernos, porque siempre hemos sido bobos, y porque siempre he estado loca. He estado loca muchas veces, pero no lo estoy ahora. Es solo que de vez en cuando, en el momento en que es necesario no puedo dejar de hacerte un pequeño homenaje silencioso. ¿Cómo podría? ¿Cómo podría no haber marcado tu número en aquel concierto y haber deslizado el teléfono para que escuches aquella canción que tú me enseñaste y con la que te quise tanto en otra vida? ¿Cómo podría no haberle dicho a mi esposo, a quien amo, que no me pasaba nada cuando lloraba un par de lágrimas tontas y emocionadas por regresar en el tiempo? No te amo, pero hay lágrimas que no quiero guardarme, palabras que no quiero callarme, canciones que no quiero dejar de decirte, poemas que no quiero dejar de escribir...

Hay tanto de nosotros flotando en el aire que  a veces no puedo dejar de detenerme a respirar un poco y sentirte cerca. No como hace algunos años cuando imaginaba qué hubiera pasado si... no quiero imaginar lo que no se nos debe, no quiero pensar en los caminos que no recorrimos, es inútil y vacuo... Solo quiero, de vez en cuando, permitirme recordarte sin que eso tenga que ver con el amor: con el amor que siento, con el que algunos creen que debería no sentir, con el que siempre sentiré, con el que no quiero dejar de tener... yo solo quiero recordarte y homenajearte como me dé la gana y los demás que aguanten hasta yo misma...

lunes, 20 de marzo de 2017

Entre la tragedia que está pasando es un buen momento para pensar en la empatía y cómo esta a veces puede ser selectiva. Me apena lo que pasa, con los huaicos, las inundaciones y tragedias, pero intuyo que también esto me apena más que todo lo que he visto antes porque lo he sentido un poco: he estado sin agua varios días.
Qué difícil es en verdad ponerse en el lugar de los demás, y más difícil aún hacer algo para que tratar de contribuir a que las cosas mejoren.
Pero también surgen cosas bonitas en medio de la tragedia: la solidaridad, el apoyo desinteresado. Es increíble cómo una situación como esta puede sacar ambas cosas: lo peor y lo mejor, de algunos. Yo solo espero que saque lo mejor de mí y me ayude a ser más empática. Necesito serlo.

jueves, 16 de marzo de 2017

Desaparecer

Hay algo a lo que le tengo miedo: la incomunicación. Pocas cosas me dan tanto miedo como que alguien me deje sin la posibilidad de comunicarme. He conocido gente que sabe desaparecer por momentos, creo que eso me ha dejado huellas profundas... He tenido amigos que se han hecho humo sin explicar porqué, creo que eso tamién me ha dejado mal. Recientemente me ha pasado esto con personas a las que quiero mucho, de una de ella he conocido sus razones tardíamente (rollos personales de ella con ella, no conmigo), de las otras dos no. Eso me apena, me apena mucho. Soy muy sensible a la pérdida de las personas que quiero, más aun cuando no sé porque se producen. Siempre termino intuyendo que he hecho algo malo, pero es una tortura para mí no saber qué he hecho, por qué se han producido estos quiebres. Soy un ser culposo, muy culposo... y me aferro profundamente a las personas que quiero, perderlos me deja herida, abatida y triste. Me es difícil a veces tener presente que las personas tienen sus propios procesos personales, sus propias razones para querrer estar lejos sin que eso tenga que ver conmigo... Lo único que deseo es lo mismo que les pido a la personas con la que chateo: "por favor, no se vayan sin decir adiós".