En una jaula de cristal

Siempre he querido escribir un diario, pero con un afán voyeurista. A pesar de ser reservada creo que cuando hay un incendio es bueno echarle un gran chorro de agua, por eso escribo esto como letras arrojadas al viento desde una urna transparente.

sábado, 24 de marzo de 2018

Miedo

Había conocido a Perla, Julissa y Angie en la parroquia. Creo que ellas se preparaban para la primera comunión, yo iba porque era muy religiosa. Nos gustaba la misma música, teníamos casi la misma edad. Una vez fui a una fiesta de ellas. Era Halloween, las ayudé a disfrazarse, a maquillarse. Ellas habían preparado un baile de Menudo. Sus disfraces eran de moda, y su ropa para el baile también. Yo me había disfrasado horrible (una pijama de mi abuela, un gorrito de bebé) no tenía permiso para la fiesta y, además de estar vestida feo, debía regresar a mi casa rápido.
Perla, Julissa, Angie, Andrea, Erika, Carmen Rosa... eran el grupo de amigas que yo quería tener. (Yo no tenía amigas).
No recuerdo cómo fue que empezamos a vernos ni cuando dejamos de hacerlo. Yo las había visto jugar en el parque algunas veces, cuando iba sola o con mi abuelo y mi hermano. Me vienen algunos flashbacks de las veces que nos reunirmos: aquella fiesta de disfraces; cuando fui a la casa de Carmen Rosa a visitarla, porque había sufrido una quemadura; la vez que estuve con Julissa, en su casa, haciendo los test de sus revistas Tú y llegó Joel, su hermano, y empezó a hacer bromas sobre nuestras respuestas ("así que te gusta besar con los ojos cerrados y los abres a veces para ver si el otro también los cerró... qué romántica"); cuando estuvimos caminando por la calle y ellas me mostraron los stickers de Menudo que se habían mandado a hacer; cuando fuimos a buscar a Angie, porque ellas querían pedirle permiso a su papá para que la deje a ir a una fiesta y su papá salió y dijo que ella solo podía ir si también iba Billy, su hermano (que era menor que todas y lo consideraban fastidioso).
No sé qué pasó primero y qué después, el incidentte que voy a contar o todos los recuerdos de los que he hablado... Siento que "ese incidente" siempre se repite en mi vida y me hace recordar ese rasgo de mi personalidad que me acerca tanto al espectro autista, ese titubeo que me asalta siempre que tengo que saludar a alguien que recién he conocido, cuando no sé si decir hola, quedarme callada o seguirme clavando las uñas en la palma de la mano. Esa sensación que tengo siempre cuando no sé si acercarme o no a la mesa donde está alguien que conozco, cuando prefiero hacer que no he visto a alguien que conozco no por sobrada, sino por tímida. Ese bicho que me pica cuando recibo algún comentario bonito en Facebook de alguna persona con la que no tengo mucha cercanía y no sé si responder, poner un emoticón o quedarme callada.
La sensación que tuve esa vez con ese incidente que pasó cuando conocí a Perla, Julissa, Angie, Andrea, Carmen Rosa... se me repite siempre de diferentes formas. No recuerdo quién fue, creo que no fue Julissa, ni Perla, ni Erika, tal vez fue Carmen Rosa, a la que le caía bien, o Andrea (que se acaba de mudar recientemente y tenía un cuaderno donde escribía cosas y había puesto los nombres de todos los del grupo en un dibujo y me dijo sonriente: "no puse tu nombre porque no recordaba cómo te llamabas" y yo me sentí contenta por su buena onda, pese a que recién me acaba de conocer). No recuerdo bien quién fue, pero la cosa es que alguien me invitó a ir al parque el domingo a jugar con ellas. Me dijo que por qué no me integraba a su grupo, que yo vivía cerca, que podía ir, que ellas siempre se reunían. Yo pregunté a qué hora, creo que me dijeron a las tres. Estaba tan emocionada, yo no tenía amigas, por fin iba a tenerlas. Por fin iba a poder pertenecer a algo. Creo que fue el sábado cuando me invitaron. Sí, de hecho debe haber sido sábado, porque según recuerdo nosotras nos veíamos siempre cuando terminaba la reunión del grupo parroquial, así que debe haber sido el sábado antes del almuerzo. Llegué a mi casa feliz, contanto las horas para que llegara el domingo a las
3 p. m. Al día siguiente recuerdo estar ansiosa toda la mañana, esperando... Luego, recuerdo estar hechada en la cama de mi abuelo, panza arriba, televisión encendida... viendo que faltaba poco para que fuera la hora en la que tenía que encontrarme con mis nuevas amigas, ya no como una prolongación de las reuniones del grupo de la parroquia, sino fuera de ella, era una reunión especial... Y de pronto empecé a preguntarme qué pasaría si no las encontraba, en qué lugar exacto del parque debería buscarlas, qué pasaría si ellas se habían olvidado de la invitación.. Y dieron las tres y yo seguí pensando cosas, y las cuatro... y seguí panza arriba tirada en la cama de mi abuelo, sin moverme. No sé si eso fue antes o después de las veces que nos vimos. No sé cómo dejamos de vernos (supongo que acabó lo del grupo parroquial). Y no sé exactamente por qué no fui al parque ese día: tenía miedo de que las cosas no salieran bien, de salir lastimada, de no saber qué hacer para tener amigas, de mis pocas habilidades sociales, de que hubiera sido una broma y no hubiera nadie, de que alguien se enterara de lo ansiosa que había estado y de lo sola que me encontraba y la ilusión que me hacía tener amigas. No sé... no sé bien qué fue lo que pasó, pero creo que esa fue solo la primera vez en que sentí (o la primera vez que recuerdo en que sentí) ese miedo. Ahora, a los 35 años, aún lo siento.