En una jaula de cristal

Siempre he querido escribir un diario, pero con un afán voyeurista. A pesar de ser reservada creo que cuando hay un incendio es bueno echarle un gran chorro de agua, por eso escribo esto como letras arrojadas al viento desde una urna transparente.

martes, 23 de junio de 2009

Mi novio se va de mis manos como un aire poco denso. Así es, algún día tenía que irse. Yo que siempre tengo complejo de madre, tengo miedo de dejarlo partir pero no me callo los mejores consejos.
Mi novio se va de la mesita de enfrente, de mi mismo distrito, de respirar mi mismo aire y yo me agobio un poco y respiro hondo y dejo de pensar que eso puede traer alguna negra y nefasta consecuencia. Trato de no repetir la típica frase celotípica de “confío en ti pero no en el mundo”. Intento mentalizarme pensando que será mejor, pero creo que a las madres no les gusta que sus hijos se vayan de casa. Creo que tienen miedo.
Yo trato de hacerme entender que irse no es sinónimo de perderlo, pero en el fondo siempre he sido una niña que le tiene miedo a los cambios: no dejo mi depa por otro más grande, no me mudo de distrito, no cambio la firma que ya no uso. Soy como la mayoría de nosotros: un animal aprisionado por las costumbres.
Aún sabiendo que esto era lo que tenía que pasar, que no podíamos vivir pegados como siameses, igual me da un poco de pena y me hace tic-tac el corazón y trato de reconvencerme de que hay cambios que sí son para bien. Por lo demás, mi novio es el chico que seguirá durmiendo conmigo dulcemente, que roncará, que me despertará, que me mandará mensajes con palabras inventadas, que me soltará alguna frase de una película de cine que yo conozco solo de oídas… es mi chico, de eso no cabe duda y yo lo quiero, lo quiero de verdad, conjugando varios verbos y quedándome callada. Yo lo quiero y sé que él también a mí. Ojalá eso me bastara para poder dormir tranquila todas las noches y no preocuparme por cambios ya sabidos que no deberían ser lo mismo que crónicas de muertes anunciadas. Ojalá y ese único e importante conocimiento me bastará para espantar mis insomnios (cuando llegan), mi cajetillas de cigarrillos (cuando llegan), mis lágrimas infundadas (cuando llegan), mis ansiosos paseos desesperados (cuando llegan). Ojalá eso me bastara para espantar todo lo que no debería existir y quedarme con ese único conocimiento y ser feliz sin temor a nada. Ya lo he dicho muchas veces: “lo que tiene que ser será.”


***

Pd. Todos los meses de junio he escrito más que ningún otro mes y todos los meses de junio son "complicados" por decirlo menos.

jueves, 18 de junio de 2009

Maga, te voy a contar una historia. Una vez conocí a a un chico igual que yo. Igual, totalmente igual. Era lindo, súper detallista, preocupado hasta la última médula. No dejaba de llamarme. Sospecho que yo estuve muy enamorada de él, platónicamente claro. En ese tiempo yo tenía un novio que era todo lo opuesto a mí: si yo vestía de rojo, él siempre de negro; si yo era una explosión andante, a él le llovía una nube sobre la cabeza; si yo era alocada, él analítico; la cosa era que yo vivía pegada a él como un naufrago a una tabla (de hecho viví pegada a él muchísimo tiempo y muchísimas veces en los últimos 10 años, pero esa es otra historia de la que ya bastante he hablado acá). El caso es que conocí a este chico. Todo un príncipe charming, todo amor y detalles, era una lindura. Hasta que me di cuenta que era igual a mí: asfixiante, inseguro, con la manía de llamar 15 veces al día, con unas ganas locas de querer tener siempre el primer lugar en todo, con los celos a flor de piel, con un pliego de reclamos incorporado; sí, era igual a mí. Sospecho que si yo hubiera estado locamente enamorada de él (como me he prometido no volver a estar de nadie más, bueno digamos "locamente obsesionada", que es lo que me he prometido) las cosas hubieran sido perfectas. Aunque también sospecho –claro, es solo una sospecha basada en mis tonterías e inconformidades- que me hubiera aburrido de él y solo lo hubiera querido más cuando hubiera empezado a alejarse. La pasamos bien el tiempo que la pasamos. Y yo hubiera querido enamorarme totalmente de él más que de ninguna otra persona sobre la faz de la tierra, pero bueno… a mí todavía me faltaba un buen tramo para decidir ahogarme un poco antes de salir a flote por mi misma, sin tablita ninguna.
Sí, Maga, he conocido a algunas personas parecidas a mí pero todas ya no están conmigo. Estaba este, el chico charming del que creo nunca me olvidaré. Lula, mi gemela, que es como verme salida de un espejo, pero es totalmente diferente a mí (para su propio bien y salud mental) y que ahora vive feliz en el Portugal latinoamericano. Estaba una de mis ex mejores amigas que también tenía la manía de llorar y de escribir y unas aspiraciones muy grandes y que se fue en busca de ellas y me olvidó por completo. Ahora la veo y nos decimos hola, adiós, feliz cumpleaños. Estaba también otra chica linda, que fue una buena amiga mía por mucho tiempo pero que por cosas de la vida y de los hombres ahora veo muy poco. Y él último fue él, mi "buena suerte y hasta luego” (http://en-una-jaula-de-cristal.blogspot.com/2009/02/buena-suerte-y-hasta-luego.html), alguien que se llevó una parte de mi vida cuando se portó súper mal conmigo. Alguien que me hizo entender la frase de mi novio cuando dice, con toda la sabiduría del mundo, que hay personas con las que uno llega a un punto de no retorno. Y bueno, supongo que estás tú virtualmente y a algunos kilómetros cibernéticos, y algunas otras personas que me escriben y me leen, eso sin duda me hace sentir menos sola en el mundo y menos boba también.

sábado, 13 de junio de 2009

Esta semana...

...he tenido un ataque de celos, nervios, llanto, falta de sexo, falta de ganas de sexo, preguntas sobre la falta de ganas de sexo, líos internos, sueños bobos, mucha felicidad…
Esta semana he querido comportarme como una ama de casa, una mujer madura, una chica de mundo, una escritora, una buena trabajadora…
Me he puesto un vestido que me hacia ver demasiado gorda y no me ha importado y no he desistido de mi plan y he salido a la calle igual con ganas de divertirme.
Me he tragado la mirada matadora de mi madre contando los panes que me comía en el lonche.
He ido a la peluquería y me he hecho un reacondicionamiento y las uñas y un masaje relajante.
He caminado con mi novio como si fuéramos dos hermanos, mejor dos primos, así incestuosos. Y hemos disfrutado de la tranquilidad de ser felices.
He visto que ya nadie comenta mi blog y me ha dado igual.
He tenido una reunión en el trabajo donde me han pasado la factura por todas las horas que paso en el chat y en las redes sociales.
He querido no ir al santo de mi mejor amiga porque me fastidian los lugares nuevos con gente nueva. Aunque últimamente también me fastidian los lugares viejos y la gente ya conocida.
He desperdiciado una invitación al teatro.
Me he quedado pobre por comprar medias pantys y el vestido demasiado gordo.
Me he vestido de lila por milésima vez.
Me he comprado un anillo y he decidido que volveré a buscar anillos (lapsus brutos, he querido decir usar anillos, eso de buscar anillos sueña a desear desesperadamente que te den un anillo, jajaja inconciente que le llaman, de seguro me van a decir, NO, YO NO CREO EN ESAS PAVADAS DE FREUD).
Le dije a mi novio por primera vez si tuvieramos un hijo
He bebido miles de chilcanos de pisco que no me irritaron el estómago ni me dieron resaca.
Me autodenomine Teresita y quise buscar la música de la Tere cumbia.
Tuve sueños raros sobre cosas del pasado. Jugadas raras del inconciente cuando ahora lo único que me importa es el presente.
Mi madre dijo por milésima vez su sarcástica frase “está bonito” con una cara que más bien parecía de water.
Mañana me escaparé de mi familia, del mal humor de mi padre, de sus comentarios desacertados sobre la salida de mañana de mi abuelo, de mi mamá y su cara de reproche a mi vestido demasiado gordo, del trabajo que tengo que entregar y que vendrán a recoger, del lunar que tengo detrás de la oreja y quiero desaparecer. Mañana me escaparé de mi casa, de mi misma y me iré a compartir un día domingo con la familia de mi novio y todo será felicidad a lo Ingalls.
Esta semana me he puesto como la Sandra esa de hace tres años con ataque de nervios, manos sudorosas, miles de cigarros, caminando por las calles aledañas de mi casa, pegada al celular esperando una llamada, histérica sin saber que hacer, como si estuviera en tolerancia y solo pudiera calmarme cuando él –mi droga- llegue. Esta semana volví por unos momentos a ser esa, esa a la que odio, esa que no debería existir. He vuelto a fumar también después de cómo 4 meses.
Mañana será otro día, a lo Scarlett O’Hara.
Esta semana te puse una prueba. Aún no me quito la maldita costumbre de ponerle pruebas a las personas. Y para variar la pasaste. Sé que eres mi chico, quisiera no dudarlo nunca.
Ahora me iré a bailar, contra todo pronóstico y pese a mis malas noche y mis pocas ganas he decidido irme a bailar hasta que mi cuerpo aguante.

lunes, 8 de junio de 2009

Fantasmas II

Hoy he hecho un berrinche como niña chiquita que no quiere comer. Siempre puedo tener la justificación de mis fantasmas... es que una vez conocí a alguien que era una mierda y... es que a mi ya me ha pasado que... es que ya no quiero que me duela. Puedo decir eso. De hecho siempre lo digo.
Sufro por adelantado, ya me había dicho eso un chico no tan chico que me hizo sufrir no solo por adelantado sino creo que por varias vidas. En realidad tengo la teoría de que siempre he sufrido yo sola como buena masoquista. Aunque ahora me he vuelto cobarde. Es como si prefiriera saltarme cosas antes de pensar en volver a sufrir. Es como si todos mis fantasmas hicieran un desfile con pancartas con fotos de mi corazón quebrado y tirado al balde de basura. De mi vida como un balde lleno de huecos por donde todo se me escapa.
Él me dice que se merece una oportunidad, que debo dejar de probarlo. Yo no creo que se merezca una oportunidad creo que se merecería otra novia más buena y menos complicada, menos insegura y estúpida. A mi me gustaría darle cuando menos el beneficio de la duda antes de hacer mi berrinche y tirar el plato de sopa y decir no quiero comer, papá, como si tuviera el Electra más grande del mundo.
Yo quisiera no tenerle tanto miedo a los cambios. No morirme de miedo antes de pararme frente a la incógnita de una nueva puerta. Antes era audaz, pero ya no tengo 20 años ni ganas de vivir con todo lo que eso implica. Ahora estoy más vieja y me he vuelto más cauta y el miedo me paraliza y me hace cometer tonterías. Tonterías que me hacen llorar/ lastimar / joder / berrinchear / sufrir / recordar /pelear / recordar...
Supongo que no basta con decir que tengo que crecer. A veces quisiera volver a ser una chiquilla tonta y no saber nada, así se me quebraría el corazón de nuevo y yo seguiría ausente e ingenua creyendo que puedo ser una super woman, que mi amor lo puede todo, que la gente es buena por naturaleza, que los mejores amigos no te traicionan, que alguien que te ama una vez no puede dejar de amarte nunca, que las personas no se limpian el poto con tus sentimientos, que todos hablan claramente como yo, que me van a llamar por teléfono cada vez que dicen que lo harán, que nunca nadie me contagiará su miedo a decir palabras de amor, que cuando te piden matrimonio no van a retractarse, que los celos pueden controlarse, que nunca tendré la necesidad de caminar como una presencia fantasmagórica por la calle, fumando miles de cigarrillos, que no me prenderé de un teléfono público mientras alguien me apaga el celular...
Ya no tengo 20 años y aún tengo los mismos fantasmas que se escribieron hace tiempo en mis hojas en blanco. Aún tengo los mismos fantasmas que no quiero dejar ir. Creo que prefiero convivir con ellos: es mucho más seguro.
Y en el camino quedas tú. ¿Cómo hago para protegerte de mi? ¿Cómo hago para que mi dolor no te alcance? ¿Cómo hago para que mis fantasmas no te pasen facturas invisibles? ¿Voy al psicoanalista? ¿Me hago la tonta y te beso? ¿Pido perdón como un buen hombre? ¿Te hago una promesa silenciosa de no volver a hacer ningún berrinche? ¿Te dejo ir antes de envenenarnos? ¿Compro comida y te arreglo una cena? Sí, compro comida y te arreglo una cena. Es lo único que puedo hacer ahora. No tengo fuerzas para nada más... solo decirte que trataré... trataré... trataré y espero que sigas aquí lo logre o no.