En una jaula de cristal

Siempre he querido escribir un diario, pero con un afán voyeurista. A pesar de ser reservada creo que cuando hay un incendio es bueno echarle un gran chorro de agua, por eso escribo esto como letras arrojadas al viento desde una urna transparente.

viernes, 20 de marzo de 2020

Quinto día de cuarentena

Son las 00:32 del quinto día del Coronavirus. Estoy encerrada en mi casa como casi todo el Perú, toda Francia, toda Italia, todo España... El mundo está parado. Yo solo puedo respirar hondo y escribir "abrazos fuertes" a todos los que siento que lo necesitan por las redes. Necesito ahorita también un abrazo fuerte. Estoy nerviosa, muy nerviosa. Quizá porque en uno de mis chats grupales empezaron a hablar de los muertos, a detallar sus edades, sus ubicaciones. Quizá porque un amigo se salió del chat porque no soportó. Quizá porque mi papá es mucho mayor que todos los que murieron hoy. Quizá porque quisiera mucho mucho hablar con mi mejor amigo, pero está haciendo la cuarentena solo y no quiero alterarlo. O quizá porque mi esposo me ha dado un beso en la boca y se ha ido a dormir y lo escucho roncar livianamente y no quiero despertarlo y tirarle toda mi ansiedad, porque dos ansiosos en 93 mts. cuadrados es mucho más de lo que podría soportar. Quizá si me entrara un poco de aire, si abriera una de las dos ventanas hermosas que tengo en mi sala, pero he estado congestionada y si abro la ventana quizá el aire frío del primer día del otoño me haga volver a estar congestionada y con la garganta resentida y de nuevo volveré a angustiarme pensando que tengo este virus maldito que tiene parado a medio mundo.
Ya casi parece una broma de mal gusto que hace dos semanas estaba con E. viendo una película apocalíptica y tomando unas cervezas. Parece absurdo y hasta un desafío innecesario que haya estado cantando una cumbia sobre el virus y que el estribillo se me haya pegado tanto que lo cantaba a voz en cuello desde la ventana del auto de mi hermana. Y ahora todos estamos cada uno en su casa: mi hermana, mis padres, yo y no me quedan ganas de cantar más nada, mucho menos esa cumbia. Casi parece mentira que una semana después de haber visto "Contagion", E. y yo hayamos ido al mercado a alcanzar los últimos (literalmente) alcoholes en gel y papeles higiénicos que quedaban, y que yo me haya provisto de una dotación de "chuches" (que lamentablemente comimos demasiado rápido), fideos, atunes y otros no perecibles. Y ahora estamos los dos cagados de miedo cada uno en su cuarentena casera.
Aún faltan 10 días. La regla me ha venido hoy, tengo para la mitad de lo que falta con dolores y sensibilidades desbordadas. No sé qué pasará en estos 10 días, no sé si podré soportar las noticias, los comentarios las redes. No sé si podré soportar estar lejos de mis padres, de mis amigos, de mi familia. No sé si podré cocinar... No sé si tenga que salir a comprar víveres. No sé si el virus me encuentre en la calle. Solo sé que ahora tengo mucho miedo y mucha incertidumbre. Solo puedo pensar que cuando haya pasado todo esto (¿cuándo pasará?), leeré lo que he escrito, leeré en el recuerdo los estados de mi Facebook y será algo para la anécdota. Ojalá, ojalá lo sea.