En una jaula de cristal

Siempre he querido escribir un diario, pero con un afán voyeurista. A pesar de ser reservada creo que cuando hay un incendio es bueno echarle un gran chorro de agua, por eso escribo esto como letras arrojadas al viento desde una urna transparente.

viernes, 15 de febrero de 2013

Hablaba de mí...

Solo he conocido a un hombre, a uno solo, que hablaba de mí con pasión. No lo pude ver hasta mucho después. Hasta que varios años ya pasado ese momento recordé a ese chico que caminaba conmigo casi todos los días sentado al lado del novio del avión diciéndole: "Sandra es una mujer espectacular, no hay nadie en el mundo que se sea mejor que ella, es estupenda". Y entre tragos universitarios de ron con coca cola a él le brillaban los ojos mientras hablaban de mí. En los últimos tiempos he recordado esa escena muchas veces en mi vida, la he recordado cada vez que he hecho algo bueno, algo sorprendentemente bueno para mí y ni aún en esos casos he vuelto a ver la mirada ni escuchar ese hermoso timbre de voz en ninguno de los hombres que me ha acompañado. No lo escuché nunca en el ex novio del avión y pensé mucho en eso cuando terminamos, en que él nunca había hablado de mí con esa pasión, en que con o sin tragos de ron con coca cola el ex novio del avión nunca había hablado así de mí. Y también lo he pensado cuando veo a mi chico y lo siento tan incapaz de pararse frente a un grupo y hablar de mi con pasión, nisiquiera lo veo capaz de decírselo a alguien al oído.

Sé que es una cuestión de forma más que de fondo pero yo extraño que alguien hable así de mi. Extraño ese brillo en los ojos, ese timbre de voz, esa fuerza. No creo que mi amigo hubiera estado enamorado de mí. No creo que hubiera querido tenerme de novia y aunque nos acostamos varias veces en nuestros momentos de soltería forzada y nos hacíamos compañía y nos queríamos genuinamente; y aunque he vuelto a recordar todo esto pq en una última y reciente conversación él me dijo algo así como: "lo nuestro hubiera podido ser alguna vez", no creo que todo eso tuviera que ver con amor-de-san-valentín. Creo que era que él sentía de verdad esa pasión por mí: por mi todo, (según sus palabras) por lo brillante que era en la universidad, por la respuestas que daba, por los trabajos que presentaba, por mi manera de ser, por mi habilidad para cosas prácticamente imprácticas para todos pero necesarias para gente como nosotros. Él sentía por mí esa pasión que me ha llevado al diablo con cada hombre con el que he estado y que me ha hecho hacer cosas cursis y tontas y que también me ha llevado a perder la cabeza. Esa pasión de la que he adolecido pq nunca he vuelto a verla en nadie. Esa pasión que yo reclamo, que yo necesito, que yo cada vez más seguido siento que merezco y que no tengo (que casi estoy resignada a no tener), porque no sé si haya alguien en el mundo que pueda hablar así de mí (como dije quizá tal ves quizá sea un cuestión de forma y no de fondo).

En realidad otra vez he conocido a otro chico que tb ha hablado de mí con pasión (él decía: "yo he conocido a muchas en mi vida pero sentía que ninguna era la indicada, cuando terminábamos siempre tenía la idea de que podría encontrarme con otra chica mejor, pero desde que te conozco tengo la certeza de que no podré encontrar a nadie mejor nunca"), pero esa es otra historia, y sólo sirve para hablar de una de mis moralejas (aplicada a este caso): "yo nunca me he quedado con los hombres que hablaban de mí con pasión, sino con los hombres de los que yo no he podido dejar de hablar apasionadamente (aunque yo ya no este
con ellos)".

miércoles, 6 de febrero de 2013

(H)ay amigas...

que uno quiere porque siempre están allí para ti, porque pasan contigo todas las buenas y las malas, porque son de esas chicas que han cultivado la intuición y siempre saben el momento exacto en el cual llamarte. Y también hay amigas (y amigos -aunque este post se trata de amigas-) que te sanan el corazón y que su sola presencia te ayuda a ser un poco más feliz. Pero hay amigas de las que olvidan tu cumpleaños, de las que te buscan cuando se pelean con el novio y hacen cita contigo porque te necesitan con violencia y al día siguiente te plantan pq ya se amistaron y no tienen tiempo para verte ninguno de los días de ese mes. Hay amigas que cuando quedan contigo solo pueden verte un ratito pq el novio las llama y las llama y tienen que salir a su encuentro o peor aun hay amigas que llevan al marido a las reuniones de chicas a pesar que tú les dices que por favor esta vez sólo chicas. Hay amigas que cambian de acuerdo al hombre con el que están y de pronto no beben, no fuman, no bailan pegado... Y yo, en su gran mayoría, me he alejado de esas amigas, he preferido ponerlas en la lista negra, porque no van conmigo, con mi filosofía de vida, con como yo soy como mujer, pero siempre la vida vuelve a acercarnos, vuelve a ponernos en el camino y de pronto yo recuerdo lo divertido que era cuando andábamos juntas y los lindas y geniales que era y de pronto empiezo a pensar que sería buenísimo volvernos a ver y planeamos un reencuentro y nos vemos y nos adoramos y nos contamos la vida y nos hacemos falta, pero luego empiezan las dos horas de demora en el próximo encuentro, las cancelaciones de las citas y yo vuelvo a mi orden y a mi agenda cuidadosamente planeada y comprendo que mis amigas, que esas amigas, son del mundo no son de mí, pero que siempre es lindo tenerlas cerca y saber que me quieren y que yo a pesar de tooooooooooooodo eso también las quiero (aunque haga esfuerzos para dejar de quererlas), las quiero

lunes, 4 de febrero de 2013

Mi corazón es frágil

Mi corazón es una pieza frágil y tiene algunas fracturas que han sido pegadas, y como todas las fracturas las cicatrices se hacen evidentes de vez en cuando. Las cicatrices me duelen cuando me entero de mentiras, cuando me siento amenazada e insegura, cuando algo da paso a que aparezcan mis antiguos temores. Y entonces mi corazón sufre y yo no sé cómo hacer para que deje de sufrir... Yo no sé qué hacer  para poner las cosas en su lugar y decir: "esta cosa es esta cosa y no lo es todo, no es todo el mal sabor del pasado, no son todos los dolores antiguos". Yo no sé cómo hacer para que todo deje de dolerme y poder ver las cosas en su justa dimensión. Entonces el corazón me duele y siento que puede romperse, que podría explotar en cualquier momento dejando muertos y heridos. Y a veces cuando eso pasa no me mido, no puedo darme cuenta de todas las cosas y no puedo concentrarme en las heridas actuales, en las de ahora, en la gota que cayó al vaso, solo puedo ver el vaso lleno rebalsando de agua, la inundación, el dolor y disparo, como quien coge un fusil y mata todo... y cuando hago eso la más herida resulto ser yo, porque olvido lo que tanto reclamo: que todo tiene consecuencias. Y ahora tengo un reto, el reto de se inteligente, de saber discernir,  de tratar que la forma en que digo o hago las cosas no malogre todo lo importante y válido que puede ser lo que tengo que decir. Y para que el corazón no me duela, para hacer que se calme y alcanzarle un vaso de agua y asegurarle: "oye, pequeño amigo, tú no te vas a romper", entonces escribo esto, que me calma, que me ayuda a ordenarme, a poder comprender las cosas en su justa medida y me digo al oído, yo misma, como desdoblándome, que ahora ya no tengo 20 años y no puedo hacer las cosas a la tonta y a la loca y que este es el tiempo de tomar una pausa, de pensar sin que cada cosa que piense sean pequeñas balas que me disparo a mi misma y de hacer las cosas como todos me han recomendado alguna vez que debo hacerlas: en el momento justo, en frío no en caliente y cuando todos puedan escucharme de la mejor manera. Y entonces ahora pongo a dormir lo que me está molestando, pongo a descansar lo que me pasa y yo me paso de mis problemas porque mi corazón merece tener días mejores, merece estar bien, merece no tener dolor, merece incluso que yo aprenda a resolver las cosas sin francotiradores, sin muertos, sin heridos y de la mejor manera. Sí, mi corazón lo merece.