En una jaula de cristal

Siempre he querido escribir un diario, pero con un afán voyeurista. A pesar de ser reservada creo que cuando hay un incendio es bueno echarle un gran chorro de agua, por eso escribo esto como letras arrojadas al viento desde una urna transparente.

lunes, 21 de junio de 2021

Heridas

 En estos recientes días de la continuada pandemia he soñado contigo. No sé por qué. No he estado pensando en ti. Tal vez el otro día que fue tu cumpleaños recordé la fecha y te mandé un mensaje, como quien saluda a un camarada lejano. Pero fuera de eso, nada... 

Ayer soñé contigo, pero no ha sido la primera vez. Han sido varios sueños en estas últimas semanas. Pienso ahora si tal vez te has convertido en un símbolo (así como en algún tiempo lo fue el mar, los teléfonos y la muerte de mi abuela). Un símbolo que aparece en mis sueños para espetarme en la cara mi estrés, mis callados dolores, mi impotencia, mi frustración... Tal vez tu imagen en mis sueños es el símbolo de esta frustración pandémica, de este nuevo vacío que se ha instalado en mi vida entre mascarillas, alcohol y miedo. 

El día que te escribí el mensaje quise poner tu nombre con un diminutivo. Jamás te había llamado así. Pero me dio ganas de hacerlo. "Es una forma cariñosa de demostrar que te recuerdo", pensé. "Es una forma de demostrarte que ahora tú eres pequeño para mí y yo me he hecho grande, muy grande", me dije luego. Pero escribí tu nombre y un mensaje austero, propio de un saludo protocolarmente cariñoso.

Ayer soñé que tú y mi esposo aparecían en el panorama. Dentro de lo poco que recuerdo ambos se fusionaban, pero al que veía era a ti. En otra escena, debíamos cruzar un puente cibernético. Si lo cruzaba contigo, era una forma implícita de decir que volvería a ser "tu chica". Yo quería estar contigo, quería irme contigo, pero al borde de bajar las escaleras del puente veía claramente la figura de mi esposo: sus ojos miel, sus pestañas largas, su figura grande y sentía profunda pena, una pena mezclada con sensatez. "Yo tengo pena de dejarlo". "Yo no quiero dejarlo". Fueron las dos frases que mencioné. Era como si de pronto me hubiera llegado el momento de reflexión...

Lo de que te has vuelto un símbolo se me acaba de ocurrir ahora, mientras escribo. Mi primera idea mientras venía a socorrerme bajo la catarsis de la escritura fue una pregunta: "¿Alguna vez dejarás de dolerme?". Lo pensaba mientras curiosamente una playlist pasaba una canción con la que te recuerdo. Una canción que me hace recordar que siempre fuiste una figura transparente, una especie de holograma: estabas, pero no... No sé si es posible que tantísimos años después aún me duelas. No sé si es posible que te hayas convertido en un símbolo de lo que falta, de las angustias, del estrés, y por eso apareces en días como los de estas últimas semanas. Por lo menos no cruce ese puente. Por lo menos no me fui contigo. Algo tiene que haber sanado en mi inconsciente si este es capaz de dejar ir el pasado y decidir dar la vuelta para regresar a mi presente. 

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