En una jaula de cristal

Siempre he querido escribir un diario, pero con un afán voyeurista. A pesar de ser reservada creo que cuando hay un incendio es bueno echarle un gran chorro de agua, por eso escribo esto como letras arrojadas al viento desde una urna transparente.

sábado, 16 de septiembre de 2023

Fuego

 Desde hace tiempo pienso en incendios. Ha empezado a darme pavor pensar que algo cerca a mí puede prenderse en llamas. A veces, por la gran ventana de mi casa, veo pequeña luces y pienso que acaso puedan ser los destellos de algunas llamas.

Creo que ha sido por el sueño que tuve donde no sabía cómo salir de mi departamento mientras el edificio se incendiaba. Mientras rengueaba por el piso tratando de procurarme un poco de aire, pensaba si era mejor tirarme desde la ventana de mi cuarto piso o bajar las escaleras con riesgo de quemarme. Mientras trataba de llegar a la puerta me iba recordando que no podía subir al ascensor. El sueño acababa cuando mi estrecho pasadizo estaba lleno de humo y yo tosía tratando de llegar a la puerta.

Tengo miedo de las llamas. Algo arde dentro de mi casa. Algo arde dentro de mí. Algún día todos vamos a arder. 

lunes, 13 de marzo de 2023

El colapso

 Creo que estoy a punto del burn out. Veo el colapso cerca. No recuerdo haberme sentido así antes. Deprimida, sí. Ansiosa, sí. Pero en este caos a medias controlado, no. Ahora siento algo diferente: que mi cuerpo me pide chepi, que mi cerebro me reclama atención. 

He pasado casi un mes con sueños horribles. Sin duda, sueños con mensajes. 

He tenido demasiado trabajo. Eso se me ha juntado con la enfermedad de mi padre, la "enfermedad" de mi matrimonio y mi nuevo conocimiento de mis miserias. Me he empezado a dar cuenta que soy yo quien estoy enferma. Soy yo quien me he desconectado. Quizá no eran los otros, era yo.

No tengo claridad de mente. Siento que necesito ayuda para ordenarme. 

He venido repitiendo en estas semanas que no estoy en equilibrio. Tengo que evitar caerme de esta cuerda floja. Tengo que mejorar. No puedo enloquecer y colapsar. 


domingo, 26 de febrero de 2023

Recuento 2023

 Estamos en 2023. Ha pasado mucho tiempo desde que he escrito aquí. Quiero hacer un recuento de hechos desordenados pero sustanciosos:

- Febrero 2023: Regresamos del extranjero y no nos volvimos a poner mascarillas. Éramos de los pocos que aún las usaban. En resumen: ya no usamos traje de astronauta, casco, mascarilla, botellita de alchol...

- 2022 (meses varios / el último contagio fue en diciembre): Nos dio el Covid dos veces (hasta creo que puedo decir con seguridad que contagié a mis papás). No hubo tragedia felizmente, pero fueron días difíciles.

-2022: Cumplimos 15 años de enamorados, lo celebramos comiendo un salchipapa y un caldo de gallina de enfrente de la casa.

-No recuerdo cuándo (hace dos años, el año que inició la pandemia) mi papá enfermó. Todo se volvió un ocho. He pasado los últimos años entre la casa de mis padres y la mía. A veces cuando estoy aquí, en mi casa, pienso en cómo estarán allá. A veces, cuando duermo allá, pienso en que debería estar aquí.

La vida, la vida, la vida, se termina imponiendo. Hay vida a mi alrededor y quiero vivir. 

martes, 21 de diciembre de 2021

Re-conocimiento

Ese dicho de "No sabes lo que tienes hasta que lo pierdes" es verdad, pero también "No sabes lo que tenías  (y cuánto lo extrañabas) hasta que lo recuperas". Esa es la lección de hoy.  Tantas lecciones en un día. Demasiadas como para no escribir algunas mientras yo continuo la noche con un vaso con un buen ron.

Hoy se me ha ocurrido que cada relación tiene dos personas que son uno, pero al final son dos. Dos procesos independientes y separados. ¿Cómo habrá vivido mi exnovio del avión nuestra relación y nuestra separación? Yo tengo una película muy clara y muy vívida de cómo fueron ambos procesos, pero cómo los habrá vivido él. Cuánto de buena y de villana tendré en su historia, en su película. El final y el inicio de una relación son dos cosas diferentes para las dos personas involucradas; al fin y al cabo, son personas diferentes, con diferentes procesos, diferentes historias de vida, diferentes sentimientos e intesidades. 

En el amor, en el fin del amor (en realidad), como en la guerra, no hay totales ganadores ni totales perdedores. No hay una única verdad, solo muchas verdades y dolores y penas. El dolor es el mismo, pero, a veces, muy diferente. Como siempre digo: "percepciones son realidades". Y, a veces, cada uno tiene diferentes percepciones y vive diferentes realidades. 

Uno no puede entrar dos veces en el mismo río, pero puede encontrar nueva agua para jugar. Puede deleitarse con los recuerdos de lo vivido. 

Nosotros los de entonces jamás volveremos a ser los mismos, pero podemos ser mejores; podemos disfrutar de ser diferentes, de haber crecido y cambiado. El amor se transforma y cambia. Efectivamente, el adagio de las abuelas era cierto: "Quien se va sin que lo boten, regresa sin que lo llamen". Y los regresos deben celebrarse.

A mi edad debería haber empezado a dejar de tenerle miedo a los cambios, a saber que todo fluye y cambia y eso es bueno.

miércoles, 20 de octubre de 2021

13 años

13 años puede parecer mucho o muy poco. Si alguien vive solo trece años, nos lamentamos, pensamos que es poco. Si es un criminal que ha cometido actos terribles y solo le dan 13 años, quisiéramos que fuera más. 

Hubo una época en que quería sumar años en el amor. Mi falta de experiencia me hacía pensar que si, por fin, lograba cumplir uno o dos años o más con alguien eso me haría más sabia, más vivida, no sé... que me daría cierto plus o cierto prestigio que no tenía. 

Hoy a media mañana he caído en cuenta de que he pasado 13 años con alguien. 13 largos años. Para algunos podrían ser cortos. En realidad, casi no lo habría recordado de no ser por la agenda del teléfono. Eso me hace pensar que ha pasado tantísimo tiempo desde que me esforzaba penosamente por llegar a los 4 años con el exnovio del avión y con el que siempre digo que estuve casi 5 años. (No puedo abandonar mi manía de números redondos). Como si 4 años no hubieran bastado para hacernos papilla los dos...

Ahora ya no cuento los años. Ya no me apresuro en ganar tiempo. Incluso, el año pasado me di cuenta de que al celebrar algún aniversario había estado contando un año de menos (Oh! paradojas de la vida).

Cuando estaba en el colegio y las chicas tenían el primer enamorado se estilaba celebrar el primer mes. Mi pregunta para todas mis amigas era: ¿Y qué te regaló para el mes? Cuando tuve mi primer novio me obsesionaba celebrar los meses del aniversario. Aún recuerdo la fecha --> 10 (pero no recuerdo el mes, creo que fue julio).

En estos 13 años casi no he celebrado aniversarios (ni de enamorados ni de matrimonio). Creo que en la vida real, no la de fantasía que tenía en la cabeza, eso no es lo más importante.

Cumplimos 13 años en una relación rara, agradable y hermosa, pero siempre retadora. Tranquila y a veces demasiado tranquila para mi gusto, pero que en lo general me llena el corazón. Resulta hermoso saber que hay alguien que te espera al final del camino, que puede caminar contigo y que puede dejarte ir a recorrer el mundo. 

A veces he sido mezquina con mi relación. Otras he sido demasiado feliz. Otras muy engreída. Tantas cosas pueden pasar en trece años... Lo que sí puedo decir con seguridad es que siento un amor inmenso por la persona que me acompaña en la vida, que nadie me conoce mejor que él, que a veces es increíble descubrir cómo alguien puede conocerte más que tú mismo y que se siente lindo cuidar y ser cuidada.

Parece que mi obsesión por los números ha desaparecido. Por lo menos la obsesión. 

(En realidad, siendo las 6:54 p. m., me acabo de dar cuenta de que me he confundido y no son 13, sino 14 años).