En una jaula de cristal

Siempre he querido escribir un diario, pero con un afán voyeurista. A pesar de ser reservada creo que cuando hay un incendio es bueno echarle un gran chorro de agua, por eso escribo esto como letras arrojadas al viento desde una urna transparente.

jueves, 18 de octubre de 2012

18 de octubre

Nunca me han gustado las procesiones. La gente, sus inciensos, sus promesas... Las flores, los olores, la gente sin zapatos sufriendo... Pero un 18 de octubre, por azar, estuve en la procesión del Señor de los Milagros y ver tantas devoción conmueve. Ver tanta gente allí que no solo se da golpes de pecho sino que va con fotos para elevar al anda para pedir por algún familiar enfermo, viejitos que no pueden ni caminar caminando de la mano para llegar al anda. En verdad todo eso conmueve y te hace olvidar un poco a las sahumadoras y sus inciensos, al calor, a las apachurradas.
Un 18 de octubre estuve al pie del anda del Señor de los Milagros y pude tocarla y me dieron una flor y pedí y agradecí muchas cosas y fue muy especial y hoy lo recuerdo con cariño y doy gracias por toda la felicidad que me fue dada.

jueves, 11 de octubre de 2012

Princesa quiero ser

Yo he querido ser una princesa muchas veces. Tener mi cuento de hadas. Esto es tan cliché que hasta de repente debería quedar sin escribirse, pero este es mi espacio en el que he sido muy cliché muchas veces y en el que me permito ser...
Tengo 31 años, me siguen gustando los lazitos, los moños, los tules, las telas vaporosas. Me gusta la ropa cute, el estilo romántico. Lloro cuando veo "Mujer bonita". Yo también he querido que mi chico salga por el sun roof de una limosina blanca y me diga: "Sandra, princesa, Sandraaaaaaaa". Y por eso también he tenido una vez una fiesta de princesa, con tiara, limo y resaca de champagne. Una cena formal con pianista incluido y un cumpleaños con cuarteto de cuerdas. Me gusta jugar a ser princesa. Me gusta reinventarme. Me gusta sentir que puedo ser feliz haciendo las locuras que se me ocurren, mis locuras de princesa. Y también como toda princesa me gustan las cosas producidas, el romance con violines y bailes debajo de la lluvia, me gustan enormemente. Y me encanta tener mi tiara guardada en el clóset para volverla a usar alguna vez que me provoque. Y volvería a salir mil veces en una limo solo para ir a cenar si pudiera.
Me gusta sentirme como una princesa y me emociona ver cuando los hombres hacen sentir como princesas a sus mujeres, nada me emociona más que eso. Y hoy día estoy emocionada, muy emocionada, no me siento como una princesa pero estoy emocionada, y me hace feliz recordar que me he dado el gusto de poder serlo cuando me ha dado la real gana, qué rico es vivir la vida como a uno le provoca y le da felicidad...