En una jaula de cristal

Siempre he querido escribir un diario, pero con un afán voyeurista. A pesar de ser reservada creo que cuando hay un incendio es bueno echarle un gran chorro de agua, por eso escribo esto como letras arrojadas al viento desde una urna transparente.

miércoles, 21 de agosto de 2013

Los guantes rosados de mi suegra

Hoy me he puesto por primera vez los guantes rosados que me regaló mi suegra. Me siento muy abrigada, son lo mejor para este frío. Me siento abrigada y contenta. Así es como me he sentido en todos estos años que la conozco, con todas las cosas bonitas que hemos pasado, en las borracheras, las reuniones familiares, con todo su cariño y su buena onda.
Abrigada y contenta... como en todo este tiempo cuando me ha hablado como una madre; no como mi madre, sino universalmente como una madre, dándome los mejores consejos para mí (aun en contra de su hijo), hablándome con franqueza pero sin reproche. Y todo eso ha sido tan bonito... tanto que no puedo dejar de recordarlo mientras me abrigo con estos guantes rosados que me protegen de la lluvia.

miércoles, 7 de agosto de 2013

Buscándote

Hoy te he estado buscando, Manuel (y he estado tentada a escribir tu nombre verdadero por primera vez en todos estos años). Te he estado buscando es una manera de decir que he querido verte (aunque sea en el punto verde del Facebook) o que me he sentado a recordarte. Y en un esfuerzo de saber algo de ti he encontrado algunas fotos tuyas que me han trasladado a esos momento... No tenemos ninguna foto juntos, sabes? A mi me gustaría tener por lo menos una foto de los dos. Tengo un par de  fotos tuyas en la máquina de mi casa, las he visto algunas veces en todos estos años, cuando algo me llama a pensar en ti.
He vuelto al correo electrónico desde el que te escribía y no he encontrado nada, casi como si no hubiéramos pasado uno por la vida del otro. Qué curioso, tanto romanticismo electrónico y nada. (Por lo menos tengo algunas cosas tuyas en un cd y en la máquina casera, cosas que me retumban como aquello de: "no hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió").
No te he encontrado en el correo antiguo, no te he encontrado en el punto verde del Facebook, en fin, era solo tener la alegría visual de la sincronización porque luego de tantos diálogos sin sentido no te hablaría así de la nada. Y pensar que en nuestros tiempos hablábamos tanto. Y pensar que éramos tan buenos por e-mail y por el messenger. Además si yo te dijera de frente (como una vez el año pasado) que a veces aun pienso en ti, pensarías que es uno de mis juegos mentales. Y me volverías a repetir que estoy loca (eso dolió!).
No he sido muy justa contigo lo admito. No he sido muy justa convirtiéndote en seudoliteratura y diciendo algunas cosas que probablemente si hubieras leído hubieras pensado en mala onda. Pero para mí todo es un poco ficción, a todo le cambio algo, le aumento algo; pero no he sido muy justa contigo, lo admito y me arrepiento. Sin embargo no he mentido cuando escribí aquí que si nos encontráramos y tú me lo pidieras yo me acostaría contigo (por aquello de la nostalgia y Sabina y bla bla bla). Porque he imaginado muchas veces ese encuentro, demasiadas para no terminar haciéndolo realidad. Y tampoco he mentido (y eso queda en evidencia una vez más), cuando te digo que pienso en ti de vez en cuando (a pesar de tu vida y la mía y bla bla bla). Pero ahora no quiero enredarme en cosas (que sé que no te gusta), y no quiero decirte (aunque sepa que a ti no te interesa o quizá ni te enteres), que a veces pienso en ti y que te tengo en el mejor lado de mi corazón. Y que aunque sé que ese encuentro en una inesperada calle de Lima, de provincias, del extranjero o del espacio sideral no va a llegar porque la vida es perra y porque cuando uno desaprovecha las oportunidades las desaprovecha y punto, yo quisiera verte una vez más. Y aunque sé que nosotros no tenemos nada que cerrar porque fui yo la que no quise abrir ninguna puerta y dejé muchos caminos a medias, solo me gustaría decirte de una manera en que tú me entiendas sinceramente, solo para que lo sepas, pq a veces es bonito saber cosas, que yo pienso en ti, y que a veces fantaseo con verte en una calle de Lima y darte el último abrazo, tal vez el último beso, robado al tiempo.
Siempre un poco tuya. Siempre un poco mío.
S.


martes, 6 de agosto de 2013

Bigamia

He soñado que tenía dos novios. Uno era mi novio: el actual. El otro no sé quien era, no recuerdo haberle visto la cara, ni haberlo tenido cerca. Pero sabía existía. Que era un sujeto diferente a mi novio de verdad. No sé si mejor o peor. Con un trabajo más guay, un estilo inigualable de vestirse y con una billetera que mataría a cualquier galán. No lo sé. A él no lo vi en el sueño pero su presencia era palpable. No recuerdo tampoco si este chico, en vez de ser la némesis del novio real era un parte de él o su parte no explotada. Lo que sí sé -porque el  sueño me lo decía abiertamente- es que mi familia y mi novio (el mío de mi, el que sí existe y al que veía claramente en el sueño) sabía de la existencia del otro chico. Todos los sabían. Mientras recibía su beso de despedida en una especie de reunión familiar mía y me iba por la puerta de mi casa, él sabía que yo iba a ver a mi otro novio. Y yo mientras cruzaba la puerta me preguntaba en un rapto de reflexión que no podía ser posible que estuviera con dos hombres o que tuviera este extraño chance de decidir en la marcha con cual de los dos debía quedarme. Era eso: yo sentía que tenía que decidir. Y entonces quizá algo bueno ha salido de este sueño porque ocurre que tal vez yo he llegado a esa consciencia que me hace saber que dobletear y decidir sobre en el camino no es una opción: lo tomas o lo dejas, baby, así es.