En una jaula de cristal

Siempre he querido escribir un diario, pero con un afán voyeurista. A pesar de ser reservada creo que cuando hay un incendio es bueno echarle un gran chorro de agua, por eso escribo esto como letras arrojadas al viento desde una urna transparente.

viernes, 19 de agosto de 2011

Mi locura de amor

No he vuelto a escribir hermoso para ti. No pq no te quiera o pq no te haya querido sino pq nuestra historia ha estado llena de demasiadas cosas y como todo lo intenso “quema”. Y por eso no he vuelto a escribir hermoso sobre ti (o para ti). No porque no te quiera -repito- sino pq nuestros recuerdos siempre me vienen con pena, con la pena de haberte querido tanto, de haber tenido tanta historia en todos lados, de haberte llorado como si te hubieras muerto, de haberme despedido de ti tantas veces en casi -solo casi- una década de años consecutivos. Y además pq ahora cuando me acuerdo de ti recuerdo todo eso que ya no volveré a tener: ese amor a prueba de balas, ese amor de “20 años” joven, fresco e inigualable, capaz de hacerle la bronca a todo lo que se pusiera delante.
Me acuerdo de ese amor que ya no volveré a tener pq era demasiado frenético, demasiado “arrastrado”, demasiado intenso (pq era como esa parte de mí que ya no tengo o que he decidió guardar pq es simplemente demasiado...). Pero además de todo –o quizá por todo eso- aún guardo muchas cosas hermosas para nosotros: me quedan las historias de todas las páginas que escribimos juntos (o que me ayudaste a escribir o que escribí para ti, todo eso junto termina siendo lo mismo); nos queda la química cada vez que nos vemos (que no sé si tú sientes pero que yo siento y cada vez lo puedo ver más claramente). Y me quedan las ganas de abrazarte; de reírme contigo, como solo puedo reírme contigo de tantas tonterías. Y me quedan nuestros chistes para volvérnoslos a contar 20 veces si hace falta y me queda el recuerdo de todos los gestos de amor que he tenido contigo y que no creo que vuelva a tener con nadie. Y tb de los gestos de amor que tú tuviste conmigo: como ser tan buena onda y tan diligente para hacerme tantoooooos mandados, como ayudarme en tantooooos trabajos, como acompañarme en mis enfermedades, como hacerme sentir una chica con poder. Bonitos gestos de amor como retarme siempre a ser mejor, como escribirme cosas bonitas y dedicármelas, como prestarme discos lindos (que ahora han pasado a formar parte de mi música), como meterme a tu mundo (lento pero seguro).
Y a veces te extraño en alguna de estas cosas.
Y siempre me quedará para ti la buena onda de desear que te vaya muy bien en todo.
Yo siempre voy a ser la amiga que estará feliz de que te vaya bien, la que bailará en tu matrimonio (si me invitas), la que te dará su hombro para llorar, la que te dará una llamada de vez en cuando.
Y aunque –de seguro- no volveremos a compartir otro cumpleaños ni otra Navidad: yo siempre te saludaré -cuando menos por Facebook- pq siempre me acuerdo de ti (con cariño); y seré la que te visitará en el hospital, la que donará sangre si lo necesitas y la que llorará contigo si me pides que te acompañe en alguna tristeza. Porque aún después de todo lo que haya pasado y lo mucho que mi corazón y cada célula de mi cuerpo te hayan amado (y te hayan odiado); y haya rabiado contigo y me haya enfurecido, y me haya vuelto a reconciliar -con nuestros recuerdos y contigo-, muy aparte de todo eso, todo este tiempo después, yo aún guardo un cachito del saldo de mi teléfono para poder llamarte de noche, en un concierto (sin decirte nada) solo para que escuches esas canciones que tú me enseñaste hace años y que siempre me hacen acordar a ti (y a todo esto), solo para que sepas eso: que me acuerdo de ti.

lunes, 15 de agosto de 2011

La gente que no entiende

En estos últimos tiempos me rompo la cabeza pensando cómo hay personas que no entienden las indirectas o a veces muy directas maneras de decir las cosas. El sentir protocolar que hay en mí y la poca cortesía que aún me queda no me deja decir las cosas de frente; cosas como: no me llames más, no me escribas, no quiero ser tu amigo en Facebook, no quiero acompañarte a esa reunión... Y entonces las mentiras blancas te llevan a decir cosas como: "es santo de mi abuelita", "ya quedé con mi mamá", "la mascota de mi novio está enferma" o simplemente no aceptar o no responder nada por vía cibernética. Pero la gente parece no entender estas sutilezas. A ver vamos a poner las cosas en orden:
  • si alguien no te responde el teléfono muchas veces seguidas y luego lo encuentras apagado quiza no quiera hablar contigo. si casa que llamas de tu teléfono (o de los teléfonos que tienes registrado) y no responde, pero cuando te quedaste sin saldo y llamas de un público te responde sin chistar, entonces el mensaje es evidente: NO QUIERE HABLAR CONTIGO (porque le llegas, pq le aburres, pq tiene mejores cosas que hacer, o simplemente pq noquiere, no hay más, solo es eso...)
  • si mi novio tuvo el triste y asqueroso desliz de alguna vez coquetear contigo y tu tuviste la buena idea de hacerlo saber: te lo agradezco, es bueno saber con que clase de persona está uno. quedarse, terminar, volver, perdonar, odiar, son decisiones muy personales. ahora el que hayas compartido eso conmigo y que hayamos tenido algunas conversaciones buena onda de dos minutos no nos convierte en amigas (carajo hay que tener dos dedos de frente: QUÉ MUJER QUISIERA SER AMIGA DE LA CHICA CON LA ADORNARON). yo no quiero ser su enemiga, no la odio ni por asomo (mi roche siempre fue con él más que con ella). pero en realidad me da pena el pobre, tan estúpido para tener el mal tino de acercarse a una señorita que cree que podemos (o peor aún que somos) amigas y que podemos mantener comunicación. no, no, no, no, no, NO. inaceptable.
  • el compañero que te llama para que lo ayudes. ese que nunca ha sido tu amigo pero que ahora quiere que lo ayudes en unos datos, un estudio, un trabajo, su tesis, lo que sea. y tú al principio le ofreces darle una mirada a su trabajo: no puedes el lunes, no puedes el martes; y el otro te acosa, te llama 20 veces, te pregunta tu opinión, te pide tus correcciones. entonces no te deja más camino que decirle "no puedo", peor él iniste "quizá mañana o pasado tendrás tiempo", y tú le dices que no, que mañana es cumpleaños de tu mamá, que pasado bautizan a tu sobrinito, que traspadado es tu cita con el dr., pero el te dice que quizá a fin de mes, "a fin de mes insiste", y a fin de mes te llama de nuevo... y no deja de llamarte.
  • el taxista impertinente en sus dos variantes: a) el amable: ese que te habla. te saluda. te pregunta por tu dia. si te ve estornudando te da uan recete para la gripe. si te escucha hablar por telefono de que te duele el estómago te dirá: "no pude evitar escucharla, tome buscapina". entonces tú para no ser descortés le responde (con monosílabos), le agradeces, pero el otro sigue y sigue hablando. o coges el teléfono para que entienda que no quieres hablar pero al colgar: sigue y sigue. sacas un libro, te lo pones en la cara, pero sigue y sigue. b) el estresado o estresante: el que o te jode con su musica a todo volumen o no deja de renegar del tráfico, de la ruta que ha tomado, que te ha cobrado muy poco, que los carros se le "meten" mientras tú quieres ver tranquilamente tu facebook desde tu smartphone
Creo que nunca he sufrido de falta de criterio, cuando he jodido he jodido a sabiendas, ¿en qué cabeza cabe hacer todas estas cosas? Hay gente que no entiende la sutileza de un no, no entienden...

miércoles, 3 de agosto de 2011

Blue Valentine

Para K y M, compañeros en este drama

Ayer vi "Blue Valentine" y sentí lo que hace mucho tiempo no sentía: volver... Volver a esa época en que yo era capaz de hacer cualquier cosa para que ese chico que era objeto de mi endemoniado afecto me amara. Revivir esa sensación de querer sacarla palabras, explicaciones, emociones a alguien que para mí era como una piedra. Y sufrir. Querer que las señales jueguen siempre a mi favor y que ese abrazo encierre amor (amor del bueno, amor del apasionado, amor rojo intenso). Creer que dudabas pq tenías miedo y me amabas demasiado y no podías con todo ese amor, que era demasiado para el chico circunspecto, duro, sin emociones a flor de piel, que eras. Creer que era eso y no que el amor se nos había gastado, que a ti se te había ido y que "a pesar de haber hecho todo lo posible" ya no me amabas. Y verte jugar con eso: decir te amor para cerrarme la boca, para hacer que deje de llorar, para que siga hablando, para que no cuestione, para hacerme reir, para hacerme feliz; y decirme: "no te amo más, entiéndelo, cuántas veces quieres que te lo diga, eres tú quien no quiere entender". Decir estoy confundido para justificarlo todo y aguantar tus silencios (odio el silencio desde entonces). Y recordar que siempre te quise con tristeza, con sensación de pérdida, con lejanía. Haber vivido en ese limbo, en un eterno triste san valentín, y haberte querido tanto y tan maniacamente que aún ahora me duele recordarlo. Haberte querido como ese amor que solo se ve en películas como esa y que yo ya nunca volveré a tener, las puertas están cerradas para eso, para esa locura y descontrol que te saca de ti mismo y te hace hacer hasta lo inimaginable.
El amor como ese te deja con agujeros por todos lados, deudas en la chequera, huecos en los pantalones, bolsas de cosas que botar y heridas que nunca cierran del todo y se abren cuando ves algo que te hace volver a vivirlo todo otra vez.

lunes, 1 de agosto de 2011

La insoportable vanidad del ser

En estos últimos días me siento muy vanidosa, presa de mi imagen. Todo comenzó en el verano cuando decidí hacerme unos arreglos de los que no entraré en detalle (es vulgar hablar de clínicas y doctores, enfermedades y puntadas con hilo de gato). Desde que me hice esos cambios me he visto mejor que nunca. Mejor que cuand oestabas en el colegio, mejor que cuando estaba en la universidad y casi al nivel de cuando me dejo el "ex novio del avión". Así he estado mejor cada vez. Con lo cual también hice serios cambios:
  • en mi alimentación
  • en mi bebida
  • en mi régimen de pastillas diarias (todo medicado, nada de locos ni de anorexicas ni bulímicas, dementes, todo bajo el amparo del guapísimo y ollantista Dr. Walter)
Todos esos cambios me han llevado a tener que sacar un carácter y una ecuanimodad que no sabía que tenía, o que en el pasado había explorado hasta cierto límite para luego dejarme vencer por completo por mi deseos y apetencias.
Así que desde el verano luego de meter mis pantalones (pq bajé varios kilos de peso), rescatar ropa que ya no me quedaba y comprar toneladas TONELADAS toneladas de ropa y accesorios nuevos empecé a probar mi nuevo look. Sin mencionar que también decidí hacer un cambio radical en mi cabello y en los tonos de mi maquillaje. Fue un cambio total.
Conclusión estaba más guapa que nunca, atraía más miradas que nunca y estaba más vanidosa que nunca!!!!
Pero no en un sentido externo sino más bien interno. Es decir me sentía orgullosa de mi, mi miraba a cada rato en el espejo, pasaba horas de horas la nocha anterior probándome ropa y escogiendo el look perfecto (accesorios incluidos); y casi me desvelaba por las noches esperando que ya sea mañana para ver cómo me vería, si la ropa iba bien, si los accesorios iban perfectos, si a la gente que estuviera a mi lado le gustaban. Para ser sincera: me volví presa de la atención. Claro, dudo que alguien se haya dado cuenta de esto, nunca lo exterioricé realmente, fue y haa sido algo totalmente interno.
Ahora que veo que todo esto está aún en la punta de la ola (pero ya como bajando) es curioso ver como yo que nunca he sido una persona adicta a la imagen ahora ando un poco presa de mis vanidades. Pero lo mío no es una cuestión de perfección, no me veo perfecta, ni tengo el cuerpo perfecto, ni tengo la belleza clásica, y tampoco me ineresa nada de esas cosas. Lo mío es más bien un culto a la armonía, a la belleza sí, pero lejos de los convencionalismos y la perfección (pq no busco conseguirla). Todo eso es curioso y divertido y me gusta, no voy a negarlo, me gusta....