En una jaula de cristal

Siempre he querido escribir un diario, pero con un afán voyeurista. A pesar de ser reservada creo que cuando hay un incendio es bueno echarle un gran chorro de agua, por eso escribo esto como letras arrojadas al viento desde una urna transparente.

domingo, 29 de enero de 2017

Los homenajes silenciosos

El otro día fui a ver La la land, el final me hizo llorar. El momento en el que la chica entra al club de jazz y ve al chico, y él empieza a tocar su canción en el piano, y hay un salto al pasado y todos los "si hubiera" empiezan a pasar ante sus ojos. Si él hubiera ido a verla a su obra,  si se hubieran ido juntos a París, si hubieran tenido un hijo... Todo eso allí frente a los ojos de los dos. Él sentado al piano; ella, en el público al lado de su marido. Él con el sueño cumplido de tener su club; ella, como una actriz famosa.
¿Cuántos homenajes silencioso damos a las personas que hemos querido, a la vida que hubiéramos podido tener? Ese salto al pasado, al terreno de la posibilidad en La la land lo fue todo para mí y me hizo llorar, como un homenaje silencioso también a las vidas que hubiera podido tener.
Mi esposo tiene una teoría. Él cree que hay miles de mundos posibles, que en esta vida nos hemos escogido y quizá en otras estamos haciendo otras cosas, (no lo dijo pero) quizá hubiéramos tenido otras elecciones.
Pensar en todo eso, en las vidas no vividas, en los caminos que no caminamos con otros acompañantes, no significa no ser feliz... ¿Acaso no lo es la chica de La la land? Significa creo que el corazón a veces tiene espacio para la nostalgia y para la ceniza de algunos amores

miércoles, 18 de enero de 2017

6 meses después

Te escribo mientras duermes a mi lado, ahora sin roncar, y eres el bultito caliente que respira con fuerza pegado a la pared. Me gusta la curvatura de tus ojos cerrados y la hendidura de tus pestañas, naturalmente rizada. Me gusta coger tu brazo por las noches, dormida, cuando tengo un mal sueño y un poco de miedo o cuando me despierto de madrugada. Ya no me da temor volver a dormir porque tu estás allí, como una pequeña máquina de arrullos, un brazo al que aferrarse como una metáfora antipesadillas.
Te escribo mientras duermes a mi lado, tu espalda contra mi brazo, tu calor llegando a mi cuerpo, tus ronquidos breves como pequeños arrullos, tu aguante frente al televisor prendido, al tecleo de la máquina y a mis terrores nocturnos.Es bonito dormir contigo.