En una jaula de cristal

Siempre he querido escribir un diario, pero con un afán voyeurista. A pesar de ser reservada creo que cuando hay un incendio es bueno echarle un gran chorro de agua, por eso escribo esto como letras arrojadas al viento desde una urna transparente.

viernes, 24 de febrero de 2012

Tal vez, quizá

Las chicas como tú me dan pena: esperando detrás de una cola para tener una oportunidad. Creyendo que porque te miraron un día, te usaron para cubrir un vacío o te dejaron entrar por un momento por la puerta ahora sí es posible que te miren de verdad, se enamoren de ti y se queden contigo. Y entonces te veo allí, cantando esa canción de Paulina Rubio. Pensando que él te buscará o sonriendo pq te ha llamado para hablar (pq te tiene buena honda, pq a veces puede ser un poco mierda y le gusta subirse la autoestima hablando contigo, pq sabe que lo quieres, que estas en la cola esperando). Las mujeres como tu me dan pena, realmente me dan pena.
Conozco a las chicas como tú. No he sido una de ella. Yo he tenido mis propias tonterías que seguro hacen que yo les de pena a mucha mujeres. Pero nunca he estado detrás de nadie comprometido, contrariado, con una relación complicada, esperando mi turno. Nunca me he metido por lo palos. Nunca he dicho: "quizá porque todos los besos de ti son robados". Yo he cantado otras canciones. Llorado por otras tonterías. Claro, yo estaba en mis 20's, el tiempo y la edad para hacer tonterías. Yo estaba en mis 20's y hacia otras tonterías. No ponía mis fotos en bikini donde hago lo posible por lucir desesperadamente bien aunque sin mayores resultados, no ponía la foto con el novio de otra en mis redes sociales como para decir: "yo te lo gané" (cuando en realidad ¿quién puede ganar a quién? ¿cuando quedarte con un tipo inestable es ganar?).
En realidad me da un poco de pena que seas tan grandota y seas una chica así. Y creo que me da mas pena que pregones que tienes un contrariado amor por alguien a quien tienes que robarte o que "ves" a escondidas.
En realidad no es que me total pena, en ocasiones hasta me causa gracia, me parece divertida tanta tontería. Claro, si fuera mi novio en cuestión, y yo fuera la otra señorita en cuestión quizá no me parecería divertido. Y quizá no me darías pena sino cólera y quizá escribiría algo más maquiavélico que esto diciendote: "no andes recogiendo lo que yo dejo botado" o te diría simplemente: "ubicate, date tu lugar, no quedes tan patética"

lunes, 6 de febrero de 2012

Karina

Cuántas veces más tendré que pisar esa casa, Karina, no para salir a pasear, para quedarme a dormir y ver una peli o de paso para recogerte y salir a la calle a bailar (como te gusta) o a comer (como me gusta). Cuántas veces más tendré que pisar esa casa o alguna otra de tus casa y encontrarte así, golpeada, perdida, con ganas de no estar acá, de haberte clavado el cuchillo de la mantequilla en el desayuno o arrojarte al primer carro que pasó por la pista mientras te ibas a trabajar.
Cuántas veces más, Karina, tendremos que volver a pasar por esas escenas en que yo no sé bien que hacer y tomo esa actitud de huevoncita alegre, que habla, habla y habla y no pregunta y dice una que otra cosa y trata de estar bien para que tu estés bien. Cuántas veces más tú tratarás de desaparecer y estarás más y más cerca de hacerlo y yo ya no tendré que pisar más casas ni para salir ni para entrar ni para verte ni para bien ni para mal.
Cuántas veces más, Karina, yo me sentiré triste y culpable por no haber podido verte en ese preciso momento para llevarte a tomar un café, para sentarnos al pie el malecón a llorar, para que yo trate de darte 20 razones más para seguir aquí por 20 días más, por un mes, hasta que de nuevo tenga tiempo de pensar en otras razones nuevas para gritártelas a la cara y tratar de hacer que me entiendas.
Cuántas veces más, Karina, me sacarás de la cama con algún anuncio inesperado y yo deberé actuar robóticamente, fríamente, actuar solo actuando sin sentir nada y ocultando la desesperación para ir a un hospital nuevo, a una clínica.
Cuántas veces más, Karina, sentiré que no puedo hacer todo eso que debería hacer y que aún así lo hiciera eso no bastaría para que tú estés bien. Si bastara, si tan solo bastara...
Cuántas veces extrañaré verte como la mujer que me ayuda a limpiar mi desastre, la que me conoce de hace tantos años y con solo mirarme, la que me ha ayudado a ayudarme a mi misma. Cuántas veces más extrañaré ver a la muchacha brillante, inteligente, culta, que sabe mucho más que yo, que ha devorado muchísimos más libros, que escribe más interesantemente, que tiene cosas más hermosas, que la tiene tan clara; cuántas veces más trataré de rescatar eso en ti para que tú te veas así como yo te veo a ti, con discreta envidia de la sana, con fortaleza, con inteligencia, con belleza, con brillantez.
No quiero resignarme, Karina, a ser la persona que te acompañe a morirte, aunque sé que eso podría pasar. Pero no quiero. Nadie debería resignarse a eso (nisiquiera tú). No quiero pisar esa casa o alguna otra, y luego pisar un hospital, y luego pisar un cementario, y luego tenerte allí como un recuerdo intenso. No quiero que sufras, pero no quiero que te vayas.
No, no haría cualquier cosa. Eres tú la que tiene que hacerlo. Eres tú la que tiene que salir de todo esto. Y en realidad eres tú sola. Ni las llamadas de todos los días, ni los doctores, ni la familia, ni los hijos, ni los sueños, pueden hacerlo. Solo tú y las pastillas. Yo estaré contigo, pisaré las casas que tenga que pisar, iré a los hospitales que tenga que ir. Estaré como se dice en los matrimonios y como ha sido siempre entre nosotras "en las buenas y en las malas". Y eso no es condicional. Estaré así pongas de tu parte o no. Estaré así quieras seguir acá o no.
No te ayudaré a irte. Siempre intentaré disuadirte. Siempre seguiré buscando razones buenas, válidas y verdaderas  para convencerte de lo que vale la pena. Siempre estaré a tu lado. Siempre te alentaré a ir al doctor, a tomar las pastillas, a no dejar de tomarlas, a no tomar más de las que te corresponden. Y siempre te acompañaré y te ayudaré, así no pueda entenderte, así no pueda disuadirte. Y nunca, nunca me resignaré a perderte. Nunca me resignaré a verte morir.