En una jaula de cristal

Siempre he querido escribir un diario, pero con un afán voyeurista. A pesar de ser reservada creo que cuando hay un incendio es bueno echarle un gran chorro de agua, por eso escribo esto como letras arrojadas al viento desde una urna transparente.

martes, 23 de septiembre de 2008

A veces pienso...

... que cada que quiero hablar contigo siempre algo se interpone: el sistema de la red, el teléfono, el ruido de las calles y sencillamente no estás y es como ese antiguo sueño del teléfono, monedas y monedas que ruedan por todos los teléfonos del mundo y una línea que nunca contesta. Sé que soy injusta y que todo lo generalizo a la mala. A veces, como hoy, quiero hablar contigo por nada, solo como si tu voz o el tukutin de la ventana de la Pc fueran un abrazo a larga distancia que me salvara de todos los males del mundo, pero tú no estás aquí y yo estoy sola de nuevo. Y entonces pienso que tal vez sería bueno ir al teléfono y marcar tu número de memoria y me da un miedito tonto que descarga electricidad por la columna y pienso que para mi mala suerte tal vez la red telefónica, el ruido, la interferencia y mi mala suerte personificaría el sueño del teléfono y yo tendría una razón más para seguir haciendo tragedia. Y pienso: "si tan solo pudieras presentirme" y al toque empiezo a sentirme ridiculamente cursi. Pero es verdad, que así como quien no quiere la cosa, de repente, tu me dieras una llamadita de teléfono matutina, como las que ya no me das hace miles de años y las que yo he restringido solo a asuntos prácticos y personales o de días festivos y entonces mientras escribo este post se abre la ventanita en la computadora y yo pienso -y es el pensamiento con el que quiero quedarme- que tal vez las cosas no sean como yo quiero pero son y eso es lo que cuenta.

lunes, 15 de septiembre de 2008

Estoy empezando a pensar que esto de amar a alguien debe ser como un orgasmo si tienes que pensarlo es que no lo has tenido.

jueves, 4 de septiembre de 2008

Quiero pensar que mi abuelita me tejió ese ropón amarillo y que aún esto allí suspendida en el aire mientras ella me carga y yo río.
Han pasado 5 años desde que me he quedado un poco sola. No podría decir que la extraño demasiado, eso equivaldría a pensar que ha muerto; tampoco podría decir que no la extraño, eso sería imposible. Podría decir sí que ella es la ausencia en las fotos, en mi cumpleaños. Que será la gran ausente el día de mi boda, si alguna vez me caso y que mis hijos se perderán de ponerse ropones amarillos.
No podría decir que la recuerdo siempre, que todos los días entro a su casa e imagino como barre el piso o sancocha betarragas, que da vueltas en su mecedora mientras vemos un programa ridículo de esos que siempre hay en la tele. Podría decir que la sueño, a veces bien, a veces cuando algo me molesta, a veces cuando necesito recordar fragilidades. Podría decir, sí, que cuando estoy borracha a veces lloro lo que no lloré hace 5 años este mismo día. Podría decir que he pasado muchos días hablando de ella y que a veces aún se me estruja el corazón, a veces no quiero sentir nada. Lo que sí, tengo una foto donde las dos somos felices y sonreímos mucho, yo estoy de blanco, ella de flores y estamos sentadas en un largo sillón amarillo, yo quiero pensar que me fui volviendo grande en esa foto y que me quedé detenida en el momento exacto para poder apoyar mi cabeza en sus piernas y que se me pase el mundo allí, no importa.