Nos inventamos cosas. Nos mentimos. Nos mentimos descaradamente todo el tiempo. Tú te inventas que él dice lo que no dice, lo que nunca ha dicho: que te ama y eso, que se casará contigo, que quiere ser el papá chocho de tus tres hijos. Te mientes pq buscas razones para encontrar las palabras que no dice y conviertes hechos y cositas en sentimientos que quien sabe si existen, es más, que seguro que ha dicho alguan vez que no existen. Tú te inventas que a todos los hombres les gustas, que eres guapa, que el espejo se equivoca cuando te dijo que no te veías bien, que ahora pq te han lanzado 2 que 3 miraditas tu eres un chica guapa, rica, apretadita, que por ponerte una ropita chévere y pq algún despistado ha cuchicheado que eres interesante ahora sí eres un guapa mujer hecha y derecha. Tú te mientes cuando piensas que yo soy tan linda y tan buena que no mataría ni una mosca, que te quiero más que a mí y que no me iré si haces algo terrible (tengo mis propias listas de cosas terribles). Tú te mientes pq crees que cuando salen a tirar a veces esa soledad acompañar es amor.
Nos mentimos descaradamente. Yo me miento cuando me digo que no me importa, que todas las cosas que han venido pasando no me afectan. Me miento cuando digo que el hecho de que hayas ido no me interesa. Me miento cuando trato de ocultar que no te quiero tanto y que a veces no pienso como toda una mujercita, en esas cosas que piensan las mujercitas cuando conocen a “chicos de bien”. Sí, me miento un poco. Todos nos mentimos y yo no soy la excepción.