
Es verdad que una pierna rota duele. Creo que lo que más duele es el proceso de "curamiento"; desde cojear y escoger muletas bonitas hasta los primeros grandes pasos.
El Doctor dice que ya se me pegó la pierna. De nuevo vuelvo a estar completa. No les voy a mentir, cuando hace mucho frío todavía me duele un poco (siento nostalgia de mi pierna vieja) y sé que de vez en cuando me dará un dolorcito tonto y de aquí a unos años ese dolorcito será un buen recordatorio de mis huesos quebrados; y lo recordaré con esa alegría que solo sabemos tener los buenos masocas.
Hoy me he levantado, he corrido un poco, me he visto la pierna un poco más flaca, he saltado, he sonreido y me he sentido totalmente curada y he comprendido que en la vida es bueno tener cicatrices porque no tener ninguna es como no haber vivido, y que -como me dijo alguien a quien quiero mucho- es bueno caerse, romperse, quebrarse para luego darse cuenta que uno también puede pegarse, recomponerse, reinventarse, arreglarse y salir de todo como una persona-reload, reencontrarse con la felicidad y caminar con una pierna pegada como una orgullosa herida de guerra (¡y qué guerra, dears! esta fue una guerra muy rica, de verdad que sí). Adiós pierna rota, bienvenida pierna nueva.