Amigos comunes / amigos usurpados / amigos perdidos
No sé, Richi, tú me dices que los amigos de tu pareja no son tus amigos. Me dices que soy una tonta, que nunca puedes contarles cosas íntimas e importantes a “sus” amigos, porque siempre son y serán “sus” amigos. No importa la cara bonita que te pongan ni los miles de buenos momentos que hayan vivido juntos NO SON TUS AMIGOS. Y yo que siempre he querido no creerle a Richi, pero que al final -luego de maldecir 500 mil veces- la mayoría de ocasiones termino por darle la razón. Mi querido y sabio Richi me dice que soy una tonta, “tontita” dice él casi con pena, cuando se acuerda de mi conversación con “sus” amigos (no los amigos de Richi, porque los amigos de Richi sí son mis amigos; digo, con los amigos del “ex-novio del avión”. Se ha reído tanto el queridísimo ex / desde siempre best friend cuando leyó que lo había inmortalizado como el “ex novio del avión”)… pero yo hablaba de sus amigos, de sus hermanos escogidos en todas las calles de Lima, Nueva York y la lejanísima Texas. Sus amigos, extravagantes y divertidos casi tanto como los míos. La otra vez Matty y yo hemos charlado horas por teléfono, me ha reiterado la invitación al almuerzo de fin de año, que todos los años desde que eran imberbes personitas realizan en la casa de playa del papá de Sue. Y yo me he reído, me he reído mucho recordando los almuercitos esos y me he muerto de pena de saber que nunca serán iguales y he dudado, no mentira, no he ni dudado ni un milisegundo al decir que voy de todos modos. Claro, luego me ha caído todo el carro encima, Richi me ha regañado, y yo me he puesto a pensar en que tal vez hay amigos comunes que no estoy resignada a perder. Amigos a los que quiero tener aunque sea para ver una o dos veces al año y abrazar fuerte y agradecer por lo buenos momentos y seguir acumulando más buenos momentos. Esos, “sus” amigos, no digo que sean mis amigos también, sino “sus” amigos, pero un cachito usurpados, serán –si es posible- los amigos del almuercito de fin de año.¿Y tus amigos, mi amor? ¿Qué van a ser tus adorados amigos para mí? ¿Nos llegaremos a caer bien? ¿Nos odiaremos a muerte? ¿Nos pondremos zancadillas? (Por lo menos hubo una primera buena impresión).
Ayer conocí a la chica de Richi y ella estaba verde del miedo (“es la mejor amiga”- le decía todo el mundo; me acordé de mi post anterior y me reí horrores le puse cara de madre y hermana juntas para que supiera que a Richi no se le toca ni con el pétalo de una rosa, pero no la asusté, no quería asustarla tampoco, quería ser buena.
¿Y mis amigos? ¿Te caerán bien mis amigos? ¿Se odiarán a muerte? NO, NO PERMITIRÉ QUE SE PONGAN ZANCADILLAS. Me compartirán y habrá Sandra para ambos.
¿Y nuestros amigos comunes, best friend? Los que hicimos en todo este tiempo sin tiempo en el que ambos no usábamos relojes. ¿Qué es o qué será de ellos? ¿Te los quedas tú? ¿Me los quedo yo? ¿No los echamos a suerte? Algunos se quedaron contigo, otros conmigo. En realidad creo que se fueron libres por el mundo así como también nosotros nos fuimos. Nos quedamos sin salir con las parejas de “amigos comunes”, que jamás podrán comprender porque ya no somos una pareja. Nos quedamos sin mis amigos y los tuyos en nuestra absoluta sola compañía emparejada, porque ahora tal vez se repitan las reuniones esas pero habrán otros nuevos extraños (de hecho ya los hay) y tendrán que entrar así como entramos nosotros y ganarse el sitio que nosotros tuvimos y tratar de borrar o “honrar” (así en un sentido muy huachafo) lo que nosotros dejamos.

Están las eks que aún lo quieren y que te odian y que le dirán siempre para volver y lo llamarán y te llevarán a probar los límites de tu calma y santa paciencia. Allí no te queda más que demostrar unos celos moderados (pobre de ti sino sientes celos, los hombres –ellos dicen que nosotras pero a ellos también les ocurre- tienden a ofenderse) y un “no me siento amenazada”. Hay también las eks que lo odian y te odian y te dirán o procurarán que sepas que él es un maldito cabrón. Están las eks pateras, las que quieren hacerse tus amigas y ponen en ejercicio tu hipocresía.
Supongamos que empiezo todo de nuevo. De cero. Como si no tuviera back up anterior. Como si fuera un papel bond de 90 gramos sin marca de agua. Y que decido ahora no ser obsesiva, no pensar demasiado, no argumentar, no torturarme. Que de pronto acepto lo que me dijo Richi, que ese nuevo chico delicioso y apetecible que camina a mi lado es bello, hermoso, perfecto, pero es un extraño. Supongamos que decido no atemorizarme con eso. Todos somos extraños al principio y nos ponemos extraños en muchos momentos. Entonces supongamos que no enloquezco ante la idea de pensar que estoy durmiendo con un extraño. Eso no debería ser un problema muy grave, todos o el 99% de los mortales, hemos dormido con un extraño alguna vez. Claro que acá la cosa se pone más intrincadamente difícil porque yo estaría durmiendo con un extraño que tiene amarrado mi corazón, mi deseo, mis ganas, mi voluntad. ¿Y cómo no enloquecer ante eso? ¿Cómo no detenerme a meditar un poco? ¿Cómo hacer para empezar a querer a alguien con la suficiente distancia para que no te rompa el corazón (cuando lo haga)? Porque así soy yo, una Sandra loca y fatalista que a veces piensa que las cosas buenas no le llegan a ella.