En una jaula de cristal

Siempre he querido escribir un diario, pero con un afán voyeurista. A pesar de ser reservada creo que cuando hay un incendio es bueno echarle un gran chorro de agua, por eso escribo esto como letras arrojadas al viento desde una urna transparente.

jueves, 9 de julio de 2009

Hoy voy a hablarte de él …

...ha sido difícil animarme. En realidad siempre he querido que pienses que soy una linda princesita. Que todos me han querido igual que tú o más. Que nunca he sufrido o quizá que siempre la mala he sido yo. Además hablarte de él es hablarte de una yo que me tortura a veces.
Creo que he sabido camuflar muchas cosas. Creo que ya te estás dando cuenta de otras.
Yo estuve locamente enamorada de un hombre, loca, loquísima, demente, orate, medio Abencia Meza, a un paso del manicomio, a varias sesiones con el psicoanalista.
Yo caminaba por las calles con una cajetilla de cigarros y llorando locamente esperando que él se digne llegar a buscarme.Porque siempre llegaba tarde y a mí me angustiaba cada minuto.
Yo siempre creía que cuando él me decía que no me amaba mentía, tenía miedo o alguna otra cosa parecida.
Yo empecé a llorar, como nunva lo había hecho antes en mi vida. A llorar cuando discutía, a llorar cuando quería inclinar las cosas a mi favor, a llorar cuando me maltrataban, a llorar cuando estaba triste, a llorar cuando me hablaban feo, a llorar porque no podía darme media vuelta e irme.
Yo empecé a rogar, a inventar tretas sucias para que se quede a mi lado, aceptar que me diga: “oye muchachita, ya no me ruegues, no tienes dignidad”. Y es que no la tenía, querido.
Yo empecé a perdonar coqueteos, apagadas de celular, desapariciones extrañas. Nisiquiera las perdonaba las aceptaba nomás y armaba broncas que al final siempre terminaban siendo grandes peleas conmigo misma.
Yo dejé que me dijeran cosas horribles y simplemente me quedé parada allí escuchando, a veces también lanzando puñales. (Bueno, yo también tengo mis fichas y mis culpabilidades en todo esto, pero estoy hablando de él).
Yo interpretaba las cosas a como me favorecían.
Tiré cachetadas, patalee, lloré, me desmayé.
Claro, no todo era un infierno, mi alma de masoquista no era tan terrible. Buena parte del tiempo él era mi compañero, mi mejor amigo, mi pera de box y mi felpudo. (Supongo que era un buen pago por no amarme).
En todo ese tiempo yo escuché varias frases que aún no he podido olvidar. Esa, la típica, de “un hombre no se queda con la mujer que más quiere sino con la que menos jode” o la otra de “lo hago por ti, no quiero cambiarte” o la peor de todas de “eres la mejor mujer del mundo pero…”.
Andaba loca, cariño, yo sentía que era la mujer que no podía irse. Sentía que él era mi asesino y que yo estaba condenada a regresar muchas veces a ese lugar del crimen sin poder irme jamás. Yo pensaba en mi retorcida mente que él me amaba, que sí se casaría conmigo y que tendríamos hijitos y un perrito llamado Blackie y que todo sería perfecto. Yo pensaba que algún día yo dejaría de ser tan loca y ansiosa y celosa, que todo era producto de mis tonterías. Total yo me había peleado con mi familia, con mis amigos, con medio Lima, cada vez que escuchaba la frase de “ese hombre no te quiere”, “no es para ti”.
Cuando me dejó me di cuenta que de verdad no me amaba y fue un baldazo de agua fría, ¿puedes creer que soy tan tonta, amor? Claro que cuando pasó el tiempo me di cuenta que de mi obsesivo amor me quedaban solo la obsesión, la necesidad, el vacío.
Creo que por eso te jodo tanto, porque estoy loca, porque aún no me curo del todo y porque pienso que quizá no soy lo suficientemente linda, ni buena ni inteligente ni amable para que alguien como tú me quiera. Creo que por eso soy tan insegura, tan boba, tan celosa y tan egoísta. Por eso malinterpreto las cosas y tengo miedo y me quedo callada y hago bochinche y lloro sin razón, porque soy una tonta, porque a veces sí pienso que hay una conspiración contra mi.
Quería hablarte de él, que en realidad no es más que una manera de hablarte de mí, de cómo a veces al más mínimo error de las personas yo asocio cosas que no tienen nada que ver. De cómo aún tengo algunos huecos que no he podido parchar. Quería contarte no para justificarme, o quizá sí un poco, sino para que me entendieras. Todo delito, mi vida, como bien sabes, tiene un atenuante, y este es el mío, mi amor.

3 Comentarios:

A la/s 13/7/09 12:53 a.m., Anonymous Anónimo dijo...

Sentí exactamente lo mismo, me gusto tu post. Pero mi temor es ser descubierta. Que jodida realidad!

 
A la/s 13/7/09 8:47 a.m., Blogger Sandra Texeira dijo...

siempre te descubren tarde o temprano, pero si te quieren se quedan ;)

 
A la/s 19/7/09 8:20 p.m., Anonymous Anónimo dijo...

Pero no vale que se queden esos chicos que rompieron con la ilusión y algo de inocencia. Yo me cansé de mi tormento. Esta vez de verdad.

 

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