Nunca pude tener tu corazón
La única idea que me queda de todos esos años juntos es que
nunca pude llegar a ti. Mira, incluso en esos términos y en esta época, cuando
yo soy ya una mujer hecha y derecha, con su vida, con sus caminos, con sus
cosas..., sigo diciéndolo como si hubiera sido mi culpa, como si yo hubiera
tenido que encontrar una fórmula mágica que me hubiera permitido llegar a tu
corazón. No existen fórmulas mágicas para eso. La confianza es algo que se
construye poco a poco, cuando alguien te deja entrar y te deja ver sus oscuridades y
sus cosas hermosas: todo junto, paquete completo. Tú nunca me mostraste nada de
ti. No te lo reprocho. Yo también fui bastante esquiva, en apariencia me dejaba
ver, me dejaba hacer, pero en realidad hay tanto que no supiste de mí: de mi
amor hiperbólico y estúpido por ti, de mi dolor, de mis miedos, de mis
búsquedas, de mis desencuentros y sobre todo de mis inseguridades. No nos
conocemos, aunque aparentemente podamos leernos tantas cosas. Ocultarnos fue un
arte que construimos en todos esos años.
Ahora comprendo que yo no debía llegar a tu corazón, que no
debía hacer nada para conseguirlo, que era inútil haberlo intentado tanto. Tú
tenías que habérmelo dado voluntariamente, como cuando me ofrecías tu casaca
cuando tenía frío. Tenías que haber deseado poner tu corazón en mis manos y
dejarte hacer, bueno y dócil, sin ocultarte tanto detrás de aparentes
misterios. No era mi misión conseguir tu corazón (y tu amor). No fracasé por no
haber podido llegar a ti. Era un camino que no debía haber emprendido. Era, se
suponía, un camino que estábamos haciendo juntos y en el cual, en algún momento,
ese viaje terminaría siempre con nosotros reconociéndonos. Pero no fue así. Nos
jugamos sucio. Fui terca y obstinada.
Ahora sé que no tenía que ganarme tu corazón, que no había nada que yo pudiera hacer para llegar a ti, tú tenías que haberlo querido, tenías que haberme dejado la puerta abierta, sin eso todo estaba perdido desde el primer momento. Todo nació perdido. Pero eso no importa ahora, solo que hay cosas que no puedo dejar de recordar, recordar es el mejor ejercicio para no olvidar esas lecciones que te ayudan a tener el corazón abrigado, contento, tranquilo y a buen recaudo. Yo necesito hacerlo de cuando en cuando.
Ahora sé que no tenía que ganarme tu corazón, que no había nada que yo pudiera hacer para llegar a ti, tú tenías que haberlo querido, tenías que haberme dejado la puerta abierta, sin eso todo estaba perdido desde el primer momento. Todo nació perdido. Pero eso no importa ahora, solo que hay cosas que no puedo dejar de recordar, recordar es el mejor ejercicio para no olvidar esas lecciones que te ayudan a tener el corazón abrigado, contento, tranquilo y a buen recaudo. Yo necesito hacerlo de cuando en cuando.
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