En una jaula de cristal

Siempre he querido escribir un diario, pero con un afán voyeurista. A pesar de ser reservada creo que cuando hay un incendio es bueno echarle un gran chorro de agua, por eso escribo esto como letras arrojadas al viento desde una urna transparente.

miércoles, 8 de abril de 2015

El torbellino de la vida

Las verdades que uno creía cerradas, no lo son tanto. Van cambiando, todo se torna diferente. Las cosas que uno creía que permanecerían toda la vida se terminan. Nada está dicho. Todo está en permanente cambio. Es bueno saberlo, es bueno recordarlo...
El verano del 2015 ha sido largo, sigue siendo, un largo verano para un año intenso, con un calor intenso, con una demanda intensa, con un ritmo intenso.
Me siento contenta conmigo misma, estoy aprendiendo a adaptarme a los cambios. Estoy aprendiendo a ser menos dramática. Pero no he perdido la permanente sorpresa ante las cosas, ante la vida, y además, me he vuelto muy agradecida, he aprendido a valorar más las cosas. Creo que estoy creciendo. Alguna vez tenía que hacerlo. Me siento grande y un poco más resuelta. Siento que tengo cosas que decir. Siento que me estoy aceptando. Ya no soy tan rígida como antes. Me he vuelto más permeable a la vida y eso me hace mucho bien.
Las verdades de los 20 años ya no están, por lo menos ya no de la misma manera. Las cosas a mi alrededor cambian frenéticamente. Es bueno que todo cambie. Es bueno que yo cambie. Es un aprendizaje ver que lo que creía único y estable y permanente ya no lo es, pero que eso no tiene que ser malo, que eso puede traer cosas aún mejores, para mi, para ti, para todos.
Siento que me estoy levantando todos los días con el pie derecho e incluso los días en los que me levanto con otro pie se van transformando mientras avanza el día en espacios soleados y hermosos. He crecido, de eso no hay duda.

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