En una jaula de cristal

Siempre he querido escribir un diario, pero con un afán voyeurista. A pesar de ser reservada creo que cuando hay un incendio es bueno echarle un gran chorro de agua, por eso escribo esto como letras arrojadas al viento desde una urna transparente.

viernes, 16 de enero de 2015

En la lona

Me siento en la lona. Este ha sido el último knockout, el final, el definitivo, del que creo que no podré pararme. Di mi mejor pelea, tuve mis altos y mis bajos pero vengo peleando mucho, fuerte y sostenido, pero aún así me han dado el puñetazo final y he caído a la lona.
Nunca me he sentido tan poco buena para las cosas. Voy tras de una, llego a un punto en el que se supone que soy buena, en el que se supone que todo es prometedor y luego caigo como en caída libre y no puedo pasar de allí. Ha sido la misma historia todo el año pasado. Una y otra vez, hacer una y otra cosa para la que creo que soy buena, para la que me dicen que soy buena, algo en lo que avanzo bien, por lo que recibo felicitaciones y luego, ¡zas!, el KO en la quijada y al suelo.
Me ha costado mucho pararme todas las veces que he tenido que hacerlo el año pasado, pero lo he hecho, me he parado y he dado pelea. He tenido mis vagancias, mis tropezones, mis retrocesos pero aún así me he levantado y he seguido dando pelea, fuerte, constante, con muchas ganas; pero igual me han noqueado, me han dejado golpeada en la lona de boxeo y así estoy ahora nuevamente acabada, vencida.
Pensé que este año podía ser un poco diferente, tenía algunas esperanzas, había perdido otras, pero tenía la firme convicción y todas las ganas (y también las sospechas) de que las cosas iban a empezar a ir mejor (por lo menos en esto). Pero no es así. No está siendo así y solo puedo preguntarme por qué. ¿Por qué estoy recibiendo tantos golpes? Es que acaso ya no estuvo bueno... Es que acaso no merezco un respiro, una buena noticia, una pelea ganada. Creo que soy una persona medianamente buena. Ok, ok, no cedo el asiento a las viejitas en el micro ni voy el domingo a las iglesias, a veces dejo trabajo para última hora y no he estudiado todo lo que debería para algunos exámenes pero es que eso acaso me hace mala, eso acaso me hace tan mala persona como para no poder recibir un poco de paz, un poco de respuestas positivas a todas las cosas que sí hago bien.

No sé, hace un tiempo te pedí, te grité que me soltaras, que ya estaba bueno de tanta mierda. Que era mucho para mí, que yo soy solo este ser pequeño sin ingenio, con poca motivación y al que todos los problemas le parecen grandes... Y literalmente te grité en medio de mi cuarto que necesitaba que me sueltes. Que había aprendido las lecciones que tenía que aprender. Que si era merecedora de algún castigo x algo entonces ya lo tenía. Y ahora no sé... me veo tentada en este milisegundo a pedirte que me sueltes de nuevo porque creo que con eso tal vez yo dejaría de castigarme por no estudiar suficiente en los exámenes y no cederle el asiento a las viejitas, y quizá así no sentiría que tú me estás castigando por eso también. Pero repentinamente solo siento que lo único que puedo hacer ahora, casi como si me saliera del corazón, es pedirte que me ayudes a ganar estas batallas, pedirte que me ayudes con lo que tengo: con esta falta de ingenio, esta desidia, con esta poca disposición a ser buena y piadosa, a veces, porque esto soy yo, así soy yo y aún así, aún con todas estas cosas que tengo que yo sé que no son del todo buenas y que no quiero mejorar, aún así merezco ganar alguna de estas batallas, merezco que por lo menos alguna vez no me noqueen. Yo lo merezco, no es soberbia, he chambeado para eso. He cumplido el entrenamiento. No me voy a quedar en la lona por mucho tiempo.

2 Comentarios:

A la/s 28/1/15 8:52 a.m., Blogger  dijo...

Si supieras cuán identificada me siento con tu publicación.
También vengo de una temporada difícil y a veces, agotada de tanta pelea pregunto a la retórica si no es suficiente ya, si no he pagado mis errores, si no es hora de un respiro.
Pero también descubrí que muchas veces so yo la que da batalla, la que empieza el round, porque simplemente no me conformo con lo que me ofrecen, o peor aún, no vas a descargar tu ira conmigo sin llevarte unos buenos golpes...
Pero, sabés, al final sí que vale la pena. Si de todas formas no has elegido la situación, al menos elegir dar pelea... y levantarme de la lona a tomar un respiro. Apuesto a que ya te estás reponiendo. Quizás la próxima sea de esas que bien valen la pena.

 
A la/s 29/1/15 1:08 p.m., Anonymous Sandra dijo...

Muchas gracias, Gá, ya conseguí la fuerza para levantarme y ¿sabes qué?, las cosas empezaron a marchar mejor :)
Un abrazo fuerte, que la fuerza y la felicidad nos acompañen durante este año.

 

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