Siempre habrá algo de qué quejarme porque nunca harás todo lo suficientemente bien. Siempre podré quejarme de que dices algo y no lo cumples al pie de la letra, de mi letra; y eso me altera. Siempre podré quejarme de que no tienes la suficiente iniciativa, de que solo le vas a ley del menor esfuerzo.

Siempre podré quejarme de que no haces lo suficiente, de que no haces las cosas a mi tiempo o de que ya deberías haber aprendido cual es mi tiempo. Siempre encontraré miles de cosas para quejarme. Sobretodo porque a ti una o dos llamadas, una salida boba y una cena te parecen suficiente. Creo que me equivoqué contigo o tú conmigo. Quizá sea cierto que yo soy una nazi, una gerdarme. Quizá no puedo usar contigo la lógica del trabajo y esperar que me tengas todo listo desde antes y sin ue yo te lo pida. Siempre fuiste un tipo muy poca cosa en ese aspecto, siempre demasiado práctico, demasiado sencillo, sin todo el brillo que yo necesito.

Esta loca debería irse con otro loco.

Debería usar mejor mis dotes militares.

No molestarme.

Siempre cuando quiero estar molesta o estoy molesta encuentro una y mil razones para volcar todo eso en ti, para seguir encontrándote fallas, para encontrarle huecos a todo este balde, para poder reprenderte como un niño pequeño, para cambiar mi objeto de fastidio.

Es verdad, soy muy maestra reglita, muy jodida, muy militarizada, pero nada de eso pasaría si tú no fueras tan así...