En una jaula de cristal

Siempre he querido escribir un diario, pero con un afán voyeurista. A pesar de ser reservada creo que cuando hay un incendio es bueno echarle un gran chorro de agua, por eso escribo esto como letras arrojadas al viento desde una urna transparente.

lunes, 24 de abril de 2017

El mouse que me trajo mi esposo

Un día mi esposo me vio trabajando y me dijo que no podía trabajar así, que necesitaba un mouse. Yo soy buena pobre... Un día me compré una laptop solo porque la necesitaba para un trabajo. Tenía mi PC de escritorio y con eso me bastaba. Y me compré la laptop con la mejor memoria, la mejor resolución de video y que tuviera lectora y todo lo que fuera tecnológicamente posible. No porque yo lo sea, sino porque sabía que no la cambiaría hasta su muerte. Y nunca consideré comprar un mouse porque me acostumbré rápidamente a usar el panel que tiene incorporado la máquina.
Sin embargo, ese día él me dijo que necesitaba un mouse. "Te compraré uno de Kitty", mencionó. Al día siguiente apareció con uno que tiene luces de colores. "El de Kitty estaba feo", me dijo. El mouse estuvo guardado por varias semanas hasta que me asignaron un trabajo específico donde estuve segura de que podría serme de utilidad. Lo saqué de la caja y empecé a usarlo sin mucha determinación. Luego de eso, terminada la labor del día, tuve la certeza de que nunca más podría volver a tocar una computadora que no tuviera el bendito ratón. Me ha aligerado tanto la vida en estos días... Se me ha hecho tan necesario.
Pensaba en esto porque creo que es una metáfora perfecta del amor.
A veces, el amor es encontrar a alguien que no sabías que necesitabas y que solo cuando aparece puedes reconocer repentinamente toda la falta que te hacía. Es, para bien o para mal, saber que no podrás desprenderte ya nunca de esa persona o si todo acaba, de la huella que te deja. Así como el ratón solitario que dormía en mi cajón, el amor puede ser ese algo en lo que cuando decides involucrarte te entrega cosas voluntariamente que te cambian la vida. Y el amor, así como me ha pasado a mí, puede ser haberte encontrado con alguien que sabe lo que necesitas, incluso sin que tú tengas idea de eso, y que es capaz de brindarte aquello que te hace falta porque sabe que más pronto o más tarde te hará feliz. Y entonces, un pequeño mouse multicolor puede convertirse en la alegría de una chica en medio de una semana estresante, en la metáfora (con sus altas y sus bajas y sus omisiones) de una relación de casi una década, en el símbolo del amor que alguien me tiene y que yo le tengo. Entonces, un pericotito gracioso y chiquito me recuerda que el amor está hecho de pequeños gestos, de pequeñas formas de decir los te amos que no siempre se dicen y que ahora mismo, mientros escribo esto, tengo rodeados por mi mano y eso me basta, en medio de esta semana dura, para poder ser feliz.

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