En una jaula de cristal

Siempre he querido escribir un diario, pero con un afán voyeurista. A pesar de ser reservada creo que cuando hay un incendio es bueno echarle un gran chorro de agua, por eso escribo esto como letras arrojadas al viento desde una urna transparente.

miércoles, 16 de abril de 2014

Fragilidad

He visto a una persona morir el otro día. No ha sido la primera pero sí la más impactante.
Subida en la ventana del cuarto de un hospital he visto a mi madre, que estaba en una cama contigua visitando a una pariente, correr hacia la cama del lado y gritar. He visto como ella le daba los primeros auxilios y todas las enfermeras y doctoras corrían hacia la cama. He visto a un equipo de 9 personas llegar hacia esas cama y hacer la RCP, por turnos, subiéndose a la cama, haciendo las compresiones en el pecho fuertemente. Y los doctores cambiando de turnos para hacer la resucitación. Y el cuerpo moviéndose de un lado a otro. 9 personas para salvar la vida de una.
He visto a la paciente salir del paro luego de casi 30 minutos de maniobras y entrar nuevamente en paro y escuchar al doctor hablar con la familia.
He visto todo eso desde la ventana del cuarto de un hospital. Prendida, sin poder moverme, como si una fuerza magnética me impidiera irme hasta no saber cómo iba a terminar la historia. Y nunca sentí la fragilidad de la vida tan real y tan cercana. La vida se te puede ir en un minuto. Todo puede acabar. Eso pasa. Yo he sido testigo de ello.

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