18 de octubre
Nunca me han gustado las procesiones. La gente, sus inciensos, sus promesas... Las flores, los olores, la gente sin zapatos sufriendo... Pero un 18 de octubre, por azar, estuve en la procesión del Señor de los Milagros y ver tantas devoción conmueve. Ver tanta gente allí que no solo se da golpes de pecho sino que va con fotos para elevar al anda para pedir por algún familiar enfermo, viejitos que no pueden ni caminar caminando de la mano para llegar al anda. En verdad todo eso conmueve y te hace olvidar un poco a las sahumadoras y sus inciensos, al calor, a las apachurradas.
Un 18 de octubre estuve al pie del anda del Señor de los Milagros y pude tocarla y me dieron una flor y pedí y agradecí muchas cosas y fue muy especial y hoy lo recuerdo con cariño y doy gracias por toda la felicidad que me fue dada.