En una jaula de cristal

Siempre he querido escribir un diario, pero con un afán voyeurista. A pesar de ser reservada creo que cuando hay un incendio es bueno echarle un gran chorro de agua, por eso escribo esto como letras arrojadas al viento desde una urna transparente.

viernes, 27 de julio de 2012


Hoy he soñado que mi novio me engañaba. Que mis padres iban a una casa donde estaba en una reunión y yo salía a la puerta sorprendida pensando por qué me iban a buscar allí, cómo así habían conseguido la dirección del lugar y qué cosa tan terrible podía haber pasado para que tuvieran que ir a buscarme. Mi madre hablaba primero, mi papá se quedaba en el carro. Mi madre me decía que habían visto a mi novio caminando de la mano de una chica, se besaban. Yo veía la escena como en una película. Él con una rubia ceniza (teñida), caminando de la mano por la calle, cruzando una avenida, riéndose. Entonces yo salía de la reunión. Lloraba. Me enfurecía. Pensaba qué diablos podía hacer y resolvía no hacer nada. No ir y encararlo y golpearlo. Simplemente decirle que todo se había acabado cuando él me llamara. Hacer algunas preguntas estúpida (pero no morbosas). Solo decirle: “mis padres te vieron con la rubia”. Él me pedía, me rogaba, decía por favor. Yo no gritaba, no le decía nada muy subido de tono, solo decía: “se acabó” y nada más.
Me desperté angustiada. No pude dormir toda la noche. Ahora que recuerdo el sueño continuó en etapas. Primero la aparición sorpresiva de mis padres con la noticia caótica. Luego, después de despertar angustiada y dar vueltas en la cama vino la segunda etapa: la confrontación. Me sorprendí de mi, de cómo reaccioné, de todo. Desperté muy temprano y ya no pude volver a dormir. Ahora son las 3 y tengo sueño y ojeras y tengo ganas de pelear con mi novio por ese estúpido sueño. 

viernes, 13 de julio de 2012

La suerte y el amor

No sé si he tenido mala suerte en el amor. He conocido gente que me ha amado, sí. Gente que me ha querido mucho, incluso muy cerca a como yo siempre he querido que me quieran. Personas que me han querido con los detalles inesperados, las cosas románticas, la necesidad de hablar en público de mi y de decir: "yo amo a esta mujer y ella es lo más importante para mi". Todo eso ha sido muy lindo. En verdad que sí. Pero temo que nada de eso ha sido demasiado -suficiente- en ciertos momentos de mi vida. Y temo también que todas esas personas que me han amado (para dentro y para fuera), con gestos y grandes detalles no son las personas que yo he amado más. En muchos casos ni siquiera son las personas que he amado. Son personas que estuvieron en mi vida poco tiempo, que fueron un affaire apasionado y chévere, con las que vivimos cosas bonitas, pero nada más.
Mi amigo Ronald y yo nos parecemos mucho en una cosa que ha marcado nuestras vidas: "siempre nos quedamos con las personas a las que más amamos no con las que más nos aman". Así es como Ronald después de haber tenido mujeres lindísimas y enamoradísimas de él ha terminado quedándose solo a sus varias décadas, enamorado de una niña por la que se le fue la vida y que le jodió el corazón mucho más que cualquier mujer hecha y derecha que conoció en su vida.
Yo, no sé si he tenido mala suerte en el amor, he tenido casi en exclusiva (y no lo digo por las terminadas, las broncas o las sacadas de vuelta) dos relaciones largas (larguísimaaaaaaaas), donde me han querido (si), pero también me han odiado, me han dicho cosas horribles, me han engañado, me han mentido, han sacado mi cuota total de histeria y perversidad, han potenciado mi paranoia, mis celos, me han llevado a terapia (y viceversa). Ese es el balance juntando las dos en el mismo saco. (En realidad, con sus más y sus menos ambas personas en contextos muy diferentes se parecen mucho en cosas que yo siempre quiero y nunca he tenido: ambas por momentos no me dan el lugar que necesito, no hacen demostraciones públicas de afecto y a veces me han dejado la sensación de "no querer hablar de mí"). Claro, también me he sentido querida durante los 12 años que he estado en-parejada (con alguno de esos dos), han hecho cosas bonitas por mí, me han demostrado su amor de maneras singulares y he aprendido muchas cosas vitales para la vida en pareja. He ganado amigos, familia y he forjado relaciones a través de estas personas que sé que serán duraderas y que trascienden a nosotros como pareja.
No sé si he tenido mala suerte porque cuando creí que llevaba la mejor relación del mundo a la que yo estaba totalmente entregada y a la que había sido totalmente fiel de pensamiento, palabra, obra y sin omisiones me enteré que me habían engañado. No sé si eso es tener mala suerte, es ley del karma, es destino, es "una probada de tu propia medicina" o no sé que diablos...
Cuando pienso en esas personas que me quisieron bien con las que nunca tuve relaciones serias o duraderas o a las que no me atreví a abrirles la puerta por andar pensando en varias cosas (llámense: esas dos relaciones larga, larguísimaaaaas) pienso que en muchos de los casos ellos están ahora felizmente casados, con bebés, viviendo una vida hermosa y apasible y no puedo evitar sentir que yo, de una u otra manera estoy igual que hace 12 años. (Sin bebés, sin casa, sin cuenta de ahorros y con algunos de los mismos problemas existenciales de entonces, fuck!!!!!!)
No sé, este panorama -nada alentador- quizá pueda dar la impresión que en verdad no he tenido ninguna suerte en el amor, pero no sé si el amor sea cuestión de suerte o de aprendizaje. Hace unos años he reforzado más que nunca mi idea de que el amor es una decisión que hay que tomar cada día, asumiendo las posibles consecuencias de lo que decidas, todo suma, todo resta.
Yo me siento afortunada de haber querido tanto, de haber amado hasta que el corazón se me hinche, aun hasta perder la razón y hacer cosas inimaginables (cosas que no volvería a hacer para mi bien o para mi mal). Yo me siento contenta de haber recibido tantos gestos de amor (aunque los más excéntricos y públicos hayan sido de personas que no estaban conmigo). Me siento contenta de haber sentido el amor silencioso y reconfortante de las personas que han estado conmigo y sobre todo la tranquilidad que te da estar desparramada en una cama limpia viendo teve con la persona que quieres (esa hermosa tranquilidad del amor cotidiano, que cuando la has perdido o no las tenido la aprecias más que "el fuego de la pasión").
Me siento feliz de saber que tengo a mi lado a un chico bueno (con todos sus defectos, diría: "bueno, pero humano al fin"), que me quiere, que construye cosas conmigo, que tranza, que pelea por lo que quiere y que me entiende.
Me siento contenta de saber que puedo amar y de que nunca más el amor me llevará a la locura, al descontrol (sé que soy propensa a eso: me cuidaré).
Creo que todo eso (lo que he dicho al final) sí es buena suerte y eso lo digo con certeza!