En una jaula de cristal

Siempre he querido escribir un diario, pero con un afán voyeurista. A pesar de ser reservada creo que cuando hay un incendio es bueno echarle un gran chorro de agua, por eso escribo esto como letras arrojadas al viento desde una urna transparente.

martes, 28 de junio de 2011

La hermosa sensación de la no-deuda

Hoy es uno de esos días en que siento esa hermosa e inagualable sensación de no deberle nada a nadie, de haber hecho todo bien. Siempre he tenido la idea de que eso es lo más parecido a la felicidad o quizá es la felicidad. Me gusta no deberle nada a nadie: ni plata, ni cosas por entregar, ni trabajos por cumplir, ni personas a las que visitar, ni cosas que hacer, ni nada que sanar, ni nada que olvidar... simplemente no le debes nada a nadie y entonces estás tranquila y si estás tranquila estás feliz. Y así es que yo entonces hoy no le debo nada a nadie, cumplí con todo lo que tenía que hacer, hice todos los mandados que tení que hacer, corrí 4 cuadras para llegar a la hora al cine, contesté los correos que tenía que contestar y ahora voy a tomar sopa, una taza de café y me hecharé a dormir en paz, feliz. Aunque ahora que lo recuerdo tengo un artículo por entregar (eso pasa cuando te pones a pensar demasiado en la felicidad puedes perderla de vista jejeje).

miércoles, 8 de junio de 2011

Yo escribí eso para ti...

...hace años, para curarme del mal amor, de las peleas diarias (x365x6), de sentirme siempre tontay pequeñita contigo,de sentir que tú no podías hacer lo que todo el mundo hacía: hablar de mi con pasión, decir sin asco que estabas orgulloso de mi, presentarme como tu novia por la calle y nunca poder ir de día de campo con tu familia.
Yo escribí eso para ti para expulsar lo que me quedaba de amor o de costumbre o de ganas o de necesidad por ti. Para poder liberarme de eso y matar mis muertos de una vez, y no joder a nadie en el proceso nisiquiera a mi. Escribí eso para ti y medio resultado porque casi 10 años después de nuestra historia (no sé si han sido 10 años, pero es un número simbólico para mi) yo me encuentro curada de ti. Me encuentro limpia de todo eso, aunque aún me duelen las heridas, como los huesos quebrados en los inviernos. Y tu historia ya no me pesa al punto de tener que hacércela cargar a alguien más y llenarlo de preguntas y vacios. Y tu historia solo me duele a mi algunas madrugadas de frio, en algunos sueños que expulsa mi inconciente. Y eso sí, soy muy conciente que cuando quiero hacer un cuadro comparativo o mirar en las páginas de mi libro para tirarle a alguien mis dolores, decido parar en seco y empezar otro camino.
10 años después tú estás lejos de mi vida y eres solo un recuerdo (por momentos bueno, por momentos gris). Y eres solo un amigo de esos a los que se saluda por los cumpleaños, se les prestaría plata si lo requiere o se le iria a ayudar en una emergencia, pero no eres uno de esos amigos con los que se va al cine o se invita a los cumpleaños (tampoco tanto). Para mi eres uno de eso amigos a los que se puede abrazar con buena onda en algún reencuentro y al que da gusto oirlo por el teléfono.
Y ahora alguien está pasando por ese proceso, y cómo puedo yo decirle que está mal hacerlo, cómo puedo decirle que está mal escribir para matar algo, para cerrarlo, para alejarlo o para perderlo. No puedo yo decir eso jamás ni puedo pararme en el medio a fiscalizarlo todo (menos aún si él estuvo conmigo cuando yo hice todo eso). No puedo hacerlo aunque vea que por momentos mi muerto es parecido a él, y que con él a veces también me siento pequeña y estúpida y negada. No puedo hacerlo aunque a veces con él sienta que todo se repite aunque en un círculo más pequeño pero se repite. No puedo y no debo hacerlo a gran escala porque cada uno debe seguir su propio camino y encontrarse y alejarse de lo que quiere alejarse. Y a mi solo me toca estar allí y compartir lo que sienta que debo compartir y quedarme si quiero quedarme e irme si quiero irme y no sentirme mal por nada de eso.

lunes, 6 de junio de 2011

Hay cosas que yo sé hacer...

...como:
1) Escoger un buen destino para viajar
2) Escribir un artículo o post convincente
3) Ser encantadora
4) Ser una bitch
5) Encontrar el argumento perfecto para comparme el par de zapatos 10,000 y no sentir remordimiento (aunque tenga las tarjetas en cero)
6) Florear en un examen cuando no sé la respuesta
7) Hablar con seguridad de algo (aún cuando no estoy del todo segura)
8) Responder las preguntas de una conferencia (aún si no sé bien la respuesta, abanderada por el slogan "yo sé más que ellos")
9) No perder las ganas de tener sexo: ni por estar molesta, afiebrada, en días rojos o negros o por el dolor de cabeza (de hecho, dicen que el buen sexo te quita el dolor de cabeza)
10) Combatir la depresión y la soledad con una gran dosis de buenos amigos y una familia linda
11) Comer chocolates sin remordimiento
12) Convencer a la gente de que las gaseosas diet son "igualitas"
13) Defender la educación católica
...y hasta hace unos días creía que yo era buena para coquetear y para hacer que un chico esté interesado en mí y voltee a mirarme y me responda de alguna manera, pero tres días después me doy cuenta que tal vez sea posible que yo haya perdido un poco de mi encanto o que por lo menos a ti ya no te interese voltear a verme (y por eso mi encanto natural no te deslumbre). Tiraré la toalla contigo, que conste que no hay muchas segunda, terceras, cuartas oportunidades. Cambio y fuera hasta la próxima envestida.

jueves, 2 de junio de 2011

Algo que habla de ti

Cuando te veo me emociono y siento que mi corazón late no a mil, pero a 250, podríamos decir. Y a pesar de que no te veo hace años, cuando te veo (en virtual) quiero ser de nuevo la chica que tenía toda tu atención, la chica que quería, y quiero que me mires un poquito (nooooooooooo, que me mires un montón, que no dejes de mirarme) y quiero que me digas algo que me haga creer que tú aún me recuerdas un poco, que tb de ves en cuando piensas en mí y te sonríes... Yo sé a ti te da igual verme o no verme, encontrarme o no encontrarme, que no sientes que un mosquito invisible te pica cuando ves mi nombre en la ventanita del messenger o cuando te hago un chite por el FB, a ti todo eso te debe dar igual, y para ser sincera creo que en todo este tiempo soy yo la que he querido saber más de ti que tú de mi.
El otro día hablaba de mi amigo -que te conoce- de ti, pero nunca le dije que eras tú, solo le dije que quería llamar tu atención desesperadamente. Él se rio mucho de mi y no me dijo nada, salvo preguntarme qué haría si tú me decidieras a cruzar más de dos palabras conmigo, y yo solo pensé: "las cosas cambian".
Cuando te veo me emociono, me emociono más que cuando veo a mi novio, que es bueno y es lindo, pero es también la rutina (que a veces es cómoda y otras rutinariamente agotadora), es con la persona con la que más quiero hablar y a veces con la que más me aburre hacerlo en esas llamadas de reporte diario de cómo estás, te fue bien, salgamos a comer el sábado. Yo lo quiero, pero debo decir que desde mi paso al escepticismo lo quiero diferente, no menos, no más, lo quiero sin idealizarlo y sintiéndolo más humano que nunca y bueno, creo que al final el amor necesita una dosis de esa tontería que hace que el amor sea simpático y que te hace creer que aún es lo más importante sobre la Tierra. Eso que te hace caminar sobre las nubes y pensar que nunca te vas a caer. Bueno, yo ya no lo quiero así, pero ciertamente lo quiero mucho, tanto como para haber aguantado muchas de sus tonterías.Supongo que el amor es un poco eso: saber que hay momentos en que alguien te sacará de quicio pero no querer despertar con otro al día siguiente (bueno, quizá una noche sí o dos, pero nunca todas las otras noches del mundo).

miércoles, 1 de junio de 2011

Días rojos


Dos semanas antes siento un dolor en el costado, es un dolor constante, de contracción, como si me fuera a nacer algo que no nace, a caer algo que no cae, entonces tomo unas pastillas que me mantienen contenta por dos días. Una, dos o tres semanas y varios días después mi cuerpo empieza a avisarme cuando llegará (el calendario nunca marca el día exacto).
Es algo curioso, todos estos procesos silenciosos, mi cuerpo los siente bastante bien, los entiende, los procesa, pero son una mierda (entenderlos no los hace menos dolorosos y saber que otras y otros no los sienten solo me hace sentirme más miserable). Lloro por todo. Veo dibujos animados y lloro, escucho la voz de mi novio y lloro, tomo pastillas y lloro, me dicen algo en el trabajo y lloro. Me deprimo, sufro, me preparo para recibir una intensa carga de dolor, me angustio, últimamente prefiero ver a poca gente porque luego me peleo y sufro. Nunca sé exactamente cuándo llegará, puede ser el primer día de dolor o al tercero sin dolor o llegar sin dolor (muy rara vez) y luego hacerme desear haber sido hombre por una semana entera. Cuando llega nunca sé cuánto va a durar: si 3 o 5 días (a veces dos o alguna vez ha llegado dos veces en un mes y con una semana de diferencia). Nunca sé si todos esos días estaré a merced de las pastillas o inyecciones. Si tendré dolor soportable o un dolor enloquecedor, esquizofrénico. Si me saldrá uno o dos granos o no. O si andaré hinchada y adolorida sin que llegue por varios días. Si tendré ganas de comer chocolate o si los zapatos y anillos empezarán a ajustarme. Si estaré caliente y tendré ganas de revolcarme todos los días o si las ganas de tener sexo se me irán por dos semanas o tres o un mes. Solo sé que he visitado dos doctores, que he tomado dos medicaciones diferentes y que ninguna me ha hecho lo suficientemente bien para no estar al borde de la locura desde esos primeros dolorcillos contracturados en el ovario derecho hasta el final de ese periodo rojo, nefasto, que nunca sé cuántos malditos días durará.

Entonces el Dr. más pequeño me habla del “componente subjetivo del dolor”, de que yo tengo un umbral muy bajo del dolor y que por eso todo lo siento el doble, el triple (claro, es hombre, no sabe de estas cosas, no sabe de los cambios hormonales, de la ansiedad, de la angustia, de los cólicos que te despiertan a las 3 de la mañana). El Dr. grande me dice que debo relajarme que hay que combinar medicamentos, que debo hacer ejercicios de relajación y que no me ponga anticonceptivos inyectables que luego con eso “tener hijos se te hace complicado”, y me vuelve a repetir lo del umbral de dolor. Yo pienso que están locos, que no entienden de un dolor que desespera, que está allí constantemente, que nunca se va, que fluctúa entre un estado de “arranque del dolor” (digamos entre 0.9 y 1,5 en una escala del 1 al 10), a un dolor de 10 (a veces de 11) y que solo baja a 0,9, como mucho a 1, pero que nunca se va por una, dos, tres, cuatro horas, o por 1, 2 o 3 días. Ellos no saben que eso te enloquece, que te hace querer estar en la cama, pero estar en la cama te hace sentir inútil, absurda, estúpida. No sabe que igual tirada en la cama el dolor es el mismo que estando sentada en la oficina, saliendo con los amigos o hablando con el novio, el dolor es el mismo y por eso da igual estar haciendo cualquier cosa porque la sensación de ser estúpida y tonta es la misma. Porque la sensación de que tu cuerpo te domina como a ningún otro ser sobre la tierra te hace no querer parar, pero tu cuerpo te gana, y eso no hay como explicárselo a alguien que no lo haya vivido, a alguien que fácilmente te puede decir: “Mujer, tómate un Ponstan, bebe un té de orégano, y ya”.

Porca miseria la de ser una mujer de una en un millón con un síndrome extraño. Porca miseria tener que pagar los pecados de Eva. Porca miseria sentirlo todo el triple de lo normal. Dicen que con un hijo esto se te pasa, ya me estoy animando.