En una jaula de cristal

Siempre he querido escribir un diario, pero con un afán voyeurista. A pesar de ser reservada creo que cuando hay un incendio es bueno echarle un gran chorro de agua, por eso escribo esto como letras arrojadas al viento desde una urna transparente.

viernes, 24 de octubre de 2008

Señor futuro

...yo quiero, a ver déjeme decirle: alguien que me siga cuando me voy, que piense que si lo dejo va a ser la peor tragedia de su vida (aunque solo lo piense 5 minutos y aunque de verdad no lo sea, porque seamos sinceros, a cierta edad todos ya hemos recibido la mejor lección de nuestras vidas: que de amor no te mueres, aunque haya alguien que efectivamente te haya matado un poco). Yo quiero a alguien que pueda escribir mi nombre en un papelito cualquiera por el simple gusto de hacerlo, que alguna vez se le consuma el agua en la tetera por pensar en mí. Que pueda decirme lo que yo nunca puedo decir y que no le dé miedo o que si lo tiene no le importe. Que pueda pararse en medio de una reunión y decirme alguna huachafada romántica a voz en cuello. Yo quiero alguien que sueñe conmigo y que me diga que sí cuando digo cosas absurdas como "alguna vez vacionaremos en el Caribe, ¿no?". Quiero alguien que alguna vez, aunque sea una, haya fantaseado con los nombres de los hijos que solo Dios sabe si tendremos. Quiero alguien que pueda contar nuestra historia sin roche y que recuerde las fechas y los detalles y todo ese plus. Quiero alguien que siempre tenga una respusta ingeniosa cuando en el matrimonio de algún amigo empiecen a preguntar: ¿y, ustedes, cuándo?. Quiero a alguien que pueda decirme que me ama (en español) y mirándome a los ojos y que pueda decírcelo al mundo si es necesario. Quiero a alguien que siempre me haga sentir segura. Que me diga las palabras correctas en el momento correcto. Que sepa sacarme de mi estado autista. Que no me rompa el corazón. Alguien al que no tenga que darle un buen remezón de ves en cuando. Alguien que no me deje hacer todo el trabajo siempre, "que me quiera cuando estoy, cuando me voy cuando me fui, y que conozca las palabras que jamás le voy a decir". Alguien que adivine cuando quiero (eso es muy fácil, yo siempre quiero) y que no espere que sea yo la que lo tire a la cama. Alguien que pueda calarse una película aburrida, un concierto monse, un té de tías, una reunión de trabajo, un almuerzo de Navidad, la ida a un entierro o el aniversario de la empresa solo por estar conmigo. Alguien que no me diga con cara de odio: "te pareces a mi mamá" o peor aún "ojalá te parecieras a mi mamá". Alguien que me deje cocinarle (aunque lo hago muy mal), que me deje cuidarlo cuando este enfermo y que me cuide también. Que pueda ir al baño mientras yo me lavo los dientes, que pueda lavarse los dientes mientras yo estoy en el baño. Que me deje ponerme sus polos de pijama. Que adivine cual es el trago que quiero beber. Alguien que me diga que sí cuando le digo:es el cumple de Panchita y no empiece diciendo: cuando? donde? a qué hora? Alguien que cuando lo llamo y le digo : "vamos de fin de semana", no empiece con que el trabajo, las obligaciones, los compromisos y haga una mochila y se vaya conmigo.
Alguien que no me haga pensar que a veces me equivoque de género y que para tener todo eso debería estar enamorada de una mujer.

lunes, 13 de octubre de 2008

Yo también quiero ese pastel (o no?)

Todas están haciendo eso. Yo soy la única que no. O al menos soy una de las pocas que no. Todas hacen malabares y planean cosas serias con su vida. Todas son unas mujercitas perfectas que no andan obsesionadas con el sexo... unas perfectas señoritas. Yo creo que a veces soy demasiado hombre o demasiado mujercita tal vez... "Yo también quiero", me digo. Como quien pide el mismo postrecito de San Antonio. A veces pienso que yo también quiero comerme ese pastel, es más que quiero comérmelo ahora y pasar por un largo proceso de digestión. A veces me aterra, como si fuera una dulcefóbica y me da inapetencia de días, de semanas, de meses. A veces, solo a veces, quiero ponerme en una máquina de correr; a veces más bien quiero parar la marcha y ser feliz sin preocupaciones. Entonces es domingo en la mañana y mis amigas de café están ocupadas en la vida super perfecta de una super mujer ejecutiva-amante esposa-genial madre-inigualable ama de casa y yo no solo quiero levantarme de la cama para comprar un par de zapatos, una cartera de cuero rojo o algo que me levante el ánimo de domingo en la mañana y de ser una ciudadana tercerminunista-guapa pero no demasiado- inteligente pero no demasiado- amable pero no demasiado-que a veces quisiera ser una super woman, una wonder woman con las mañana de domingo ocupadas. Y busco el directorio y me doy cuenta de nuevo que todas están haciendo eso, que pronto yo voy a ser la única que tenga siempre las mañanas de domingo libres y tal vez algunas noches de viernes o sábado y entonces empieza mi complejo de "corredora" y quiero correr y correr y correr. Luego me miro en perspectiva y recuerdo que nunca me ha gustado cocinar, que detesto poner la mesa, que no me baño los domingos (y a veces tampoco algunos lunes, para que voy a mentir), que cada vez quiero menos preocuparme por alguien (aunque no pueda dejar de hacerlo), que los sonidos agudos me dan migraña, que he empezado a usar zapatillas, que me da miedo llamar a las cosas por su nombre, y me pongo a pensar que cuándo aprenderé todas esas cosas que no quiero aprender ahora (pero que según mi madre, debería).
Y sigo pensando en la torta, en esa torta de chocolate, con doble fudge, que no me voy a comer (por riesgo a coma diabético), aunque a veces quisiera, para que mentir.