El atemorizante blog de mi hombre perfecto
No entiende porque a veces hay que apretar el botón de “reiniciar” para que yo siga siendo funcional. Quiere hacerme hablar de todo, aún cuando sabe que no puedo expresarme, que me es difícil plasmar las cosas en palabras si es que esas palabras tienen que salir de mi boca directamente, sin metáforas ni sutilezas. Pero quiere hablar. Se sabe diferente a todos los hombres (porque le gusta hablar de los problemas, no se va corriendo en las discusiones y plantea soluciones) y por eso se hace llamar a sí mismo “un buen tipo”. Le asustan mis silencios y se preocupa si no me río estrepitosamente como es mi costumbre. Le asusta mi mundo. Mi familia demasiado “portuguesa”, bulliciosa, musical y amante del vino verde. Siente una cosa rarísima cuando me ve al lado de Lula y se perturba. Sabe que se ha metido a mis padres al bolsillo y se siente orgulloso de “ser un buen novio que me hace feliz”. Le desconcierta no saber que me pasa –a veces- y le jode, le “hincha las pelotas” que me quede callada y no diga nada. Quisiera saber que debe decir para “hacerme hablar”. Le gusta dormir conmigo, “ella es el mejor remedio para un insomne como yo”, escribió. Pero cree que soy una histérica, “una linda histérica, pero histérica al fin”. No puede entender mi vocación por el conflicto, eso le hace preguntarse a veces: ¿qué carajo hago acá?, pero luego se responde que acá es donde quiere estar. Dice que reparó en mí desde la primera vez que me vio, pero que no pensó que tenía “este carácter” (supongo que se refiere a que tengo carácter fuerte y hago la pelea) y que eso lo sacó de cuadro, “una mujer fuerte” –dice- “una fierecilla domada” (jajaja no sabe la que le espera). No le molesta que ronque cuando dormimos juntos, pero detesta mi costumbre de ver series de tv y de dormir arrullada por Warner Channel, Fox o Sony. Ha querido mandarme muchas veces a dormir a la sala o cambiarse de cuarto o despertarme y decirme: “es antinatural lo de la tv”, pero se las aguanta (y ni siquiera él sabe porque). Dice que al principio todo de él me gustaba y ahora siempre es: “Córtate el cabello, aféitate, no te pongas ese polo” y mi mandonería pone en jaque al machista que vive en él. No ha sido fácil para el acostumbrarse a eso después de estar solo tanto tiempo. Menos aún después de haber compartido su vida con una persona tanto tiempo con la que tenía otras rutinas. A diferencia mía -y lo escribe con mayúsculas- ODIA A SU EX, por razones que nunca menciona (que a mi me suenan a un engaño brutal casi como que lo planto en el altar para casarse en Argentina con su hermana y que además espera el hijo de su mejor amigo). Pero la odia y le jode que yo me lleve bien con el mío, quisiera que yo también lo odiara o que me fuera absolutamente indiferente. Le molesta que le diga que el odio es algo que no te deja avanzar y opta por callarse porque “no tiene nada que agregar”. Le da melancolía no poder entenderme (si supiera que ni yo entiendo mis susceptibilidades), no quiere dejar de ser él mismo pero tampoco quiere lastimarme y no sabe el punto exacto entre ser firme y ser torpe. Dice que eso que me dijo borracho la otra vez, es verdad pero que no lo va a decir de nuevo –a menos que se le vuelva a salir en ebriedad- porque quiere que las cosas estén todas en su sitio y no quiere correr.
Creo que está empezando a amarme pero también tiene miedo, igual que yo.